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2017
LOS SICARIOS DE LAS SOMBRAS (+BOOKTRAILER DE REYES Y DINOSAURIOS)
Inspirado en las filtraciones del periodista James Nelson Vasquez, el booktrailer Los sicarios de las sombras se constituye en una grave denuncia en torno al gobierno en las sombras. Para conocer más de esta historia, no deje de leer: Reyes y Dinosaurios. (Créditos. Guión: José Negrón Valera. Edición y producción: Fórmula Creativa. Locución: Richard Peñalver).
REYES Y DINOSAURIOS: MUCHO MÁS QUE UNA NOVELA DE CONSPIRACIÓN
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela 2017, fue bautizado el libro “Reyes y Dinosaurios” del escritor venezolano, José Negrón Valera. La Librería del Sur, Aquiles Nazoa, ubicada en el Teatro Teresa Carreño de la ciudad de Caracas, fue el sitio escogido para que se dieran cita los amantes de la Teoría de la Conspiración, quienes esperaban con expectativa el lanzamiento de una novela cuya sugestiva portada ya parecía presagiar el tenor de lo que sus páginas encierran.
"CARTOGRAFÍA SAGRADA" DE JOSÉ NEGRÓN VALERA, GANA EL PREMIO "VENEZUELA EN 100 PALABRAS"
El concurso de cuentos y relatos cortos “Venezuela en 100 Palabras” finalizó la tarde de este jueves 28 de septiembre con una fiesta cultural en el que fueron dados a conocer y premiados los tres relatos ganadores.
JOSÉ NEGRÓN VALERA: “VENEZUELA ENFRENTA UNA GUERRA CULTURAL”
Este domingo 17 de septiembre, la Fundación Editorial Escuela El perro y la rana realizó el foro-conversatorio “El Libro como herramienta de resistencia cultural”, con el escritor y antropólogo venezolano José Negrón Valera en el Eje del Buen Vivir, en el marco de la Jornada Internacional de Solidaridad y Apoyo con Venezuela que tiene por objetivo la unión, autodeterminación y la paz del mundo, ante las constantes amenazas imperiales de los Estados Unidos y de algunos países europeos que pretenden socavar la dignidad del pueblo de Bolívar.
ANTROPOLOGÍA DEL PETRÓLEO Y CONTRATERRORISMO PSICOLÓGICO

Vivimos tiempos turbulentos. Los estudios hechos en el campo energético nos alertan sobre una realidad incontestable, el agotamiento de los hidrocarburos en la mayor parte del mundo se acelera. En pocos años, solo un puñado de países contará con reservas de hidrocarburos, para satisfacer una demanda cada vez más creciente. Ante la imposibilidad de no encontrar sustitutos confiables alternos a los hidrocarburos, Venezuela se ha vuelto un territorio imprescindible para los intereses geopolíticos de potencias como EE.UU. Para lograr el control sobre Venezuela, EE.UU ha puesto en marcha una nueva forma de guerra conocida como de 4ta Generación.
5 GRANDES LIBROS QUE INSPIRARON 5 GRANDES PELÍCULAS
En esta primera entrega de nuestra sección “Ver y Leer”, vamos a recomendar la lectura de cinco libros que brindaron el aliento necesario para que grandes directores se embarcaran en una aventura audiovisual sin precedentes.
PROHIBIDA LA CAPUCHA EN ESTADOS UNIDOS, CANADÁ, FRANCIA, ESPAÑA, ARGENTINA
A raíz de la polémica generada hace algunos días por el Decreto emitido por las gobernaciones de los estados Táchira y Vargas, que prohíben el uso de capuchas, facsímiles de rostros y pasamontañas en las manifestaciones violentas, hemos hecho un recuento por distintos países que han aplicado medidas similares:
Estados Unidos
LA CIBERGUERRA CONTRA VENEZUELA
Una mañana de junio de 2010, los científicos iraníes notaron que algo inusual ocurría en sus centrales nucleares. Las centrífugas fallaban y se negaban a obedecer cualquier tipo de código o comando que quisiera restablecer su normal funcionamiento. Poco a poco se percataron de que el resto de los equipos electrónicos que controlaban procesos críticos de la central estaban corriendo con la misma suerte de las centrífugas. Fue tarde cuando descubrieron la causa: habían sido atacados por un virus informático.
JOSÉ NEGRÓN VALERA: EL ESCRITOR ES UN TRADUCTOR DE REALIDADES CONCRETAS E IMAGINARIAS
“La escritura me da la oportunidad de conectar ese gran cosmos que la lectura me ha dado, transformarlo y agregarle nuevas significaciones”, expresó en conversación con Todosadentro, José Negrón Valera, autor de la novela Un loft para Cleopatra, que publicó, recientemente, la editorial El Perro y La Rana.
JOSÉ NEGRÓN VALERA: EL LIBRO TRADICIONAL PONE AL CEREBRO COMO EL DIOS DEL UNIVERSO CREATIVO (+ ENTREVISTA)
Ciudad MCY.-El pasado 3 de marzo, en la Librería del Sur ubicada en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, fue presentada oficialmente la novela Un loft para Cleopatra, original del antropólogo y escritor trujillano José Negrón Valera, y editada por la Fundación Editorial el perro y la rana.
¿Y SI ALTAMIRA QUEDARA EN COLOMBIA?
Es posible que en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos, nadie conozca a la pequeña población de Buenaventura en Colombia. Una localidad que es responsable del 60 por ciento del comercio marítimo y que le genera al país neogranadino más de 7 billones de pesos en impuestos, pero que, paradójicamente, alberga en su seno 64 por ciento de pobreza. Sin embargo, deben estar atiborrados de información sobre lo que sucede en Altamira, una pequeñísima parte de la ciudad de Caracas, cuyos habitantes pertenecen a las clases más apoderadas de Venezuela y que son el símbolo de la “resistencia” contra el gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
LA GUERRA NO CONVENCIONAL DEL BITCOIN
Un artículo publicado en 1989 por el investigador William Lind, cambiaría para siempre la doctrina militar norteamericana. Con el nombre de The Changing Face of War: Into the Fourth Generation, Lind dejó en claro que las nuevas guerras no iban a librarse de la forma tradicional en que venían ocurriendo, con ejércitos tradicionales enfrentándose, sino que ahora la situación era mucho más difusa porque las guerras se harían a través de métodos que van más allá del campo militar.
BITCOIN: MONEDA DIGITAL O EL FUTURO DEL DINERO
Era el 31 de octubre de 2008 y una noticia llega al estremecido mundo bancario del planeta. Un documento de apenas nueve páginas denominado “White Paper” (Papel Blanco) anunciaba la creación de un invento que cambiaría las reglas del mercado financiero global para siempre. Su autor, un hasta la fecha desconocido personaje, Satoichi Nakamoto, informaba la invención de una moneda digital que sería la panacea para enfrentar la corrupción y decadencia de un sistema financiero que recién colapsaba dejando tras de sí una estela de millones de personas sin hogar y 5 mil billones en pérdidas alrededor del planeta.
LA CARA OCULTA DEL CASO ODEBRECHT
El 21 de diciembre de 2016 el Departamento de Justicia de los EEUU, hizo pública una investigación que implicaba a la empresa brasileña Odebrecht en una red de pago de sobornos con el fin de lograr la adjudicación de distintos proyectos de ingeniería y construcción en doce países de Latinoamérica y África. El caso contra Odebrecht se deriva de una investigación contra la petrolera estatal brasileña Petrobras, iniciada en 2014 y conocida como “Operación Lava Jato”1(Operación Autolavado), en la que el fiscal Rodrigo Janot perteneciente al Tribunal Supremo de Justicia, expuso ante la opinión pública una supuesta trama de corrupción que implicaba a la élite política de Brasil. Sin embargo, fue Estados Unidos quien decidió adelantar una investigación en paralelo contra Odebrecht.
DESCARGA GRATUITA: UN LOFT PARA CLEOPATRA, DE JOSÉ NEGRÓN VALERA (+PDF)
En esta su primera novela, Un loft para Cleopatra, José Negrón Valera (Valera, estado Trujillo, 1981) relata el último año de vida en común de Cleopatra Carter y Álvaro González, una pareja que por un giro inesperado de la fortuna logra irse a vivir a una de las zonas más exclusivas de Caracas. Allí tendrán acceso al mundo de la clase privilegiada, con quienes compartirán una vida estrafalaria. Pronto se percatarán de que, más que un cambio de residencia, habáin iniciado una aventura de consecuencias inimaginables.
Un loft para Cleopatra aborda la crisis de una clase que se desenvuelve entre las estafas inmobiliarias y la fuga de talentos, desesperada por alcanzar eso que le vendieron desde niños... el american way of life.
Ficha técnica:
Formato:PDF
Editorial: El Perro y la Rana
Año edición: 2017
¡OFICIAL! FUNDACIÓN EL PERRO Y LA RANA LANZÓ NOVELA UN LOFT PARA CLEOPATRA: ASÍ TRANSCURRIÓ EL EVENTO
Un Loft para Cleopatra, primera novela del antropólogo y escritor venezolano José Negrón Valera, fue presentada oficialmente por la Fundación Editorial El Perro y la Rana, en un evento realizado el 03 de marzo, en la tienda de la Librería del Sur del Teatro Teresa Carreño de Caracas.
Un Loft para Cleopatra aborda la crisis de una clase que se desenvuelve entre las estafas inmobiliarias y la fuga de talentos, desesperada por alcanzar eso que le vendieron desde niños... el american way of life.
El bautizo de la divertida e intrigante obra fue encabezado por la conductora del programa La Librería Mediática, Marialcira Matute; su editor, Marco Aurelio Rodríguez; y la periodista Érika Ortega Sanoja.
En su presentación, Negrón Valera expuso la necesidad de encarar con diversas producciones culturales las diferentes contradicciones que emanan de un sector de la sociedad venezolana, formada en los valores de consumo y falsas apariencias, y que estarían cultivando una suerte de "racismo subterraneo" en el país.
Por su parte, Matute aseguró que se trata de un trabajo literario arriesgado, además de atractivo, que generará una interesante discusión en torno a la realidad social y al imaginario colectivo de los ciudadanos venezolanos con temas relacionados al deseo de poder, el interés económico, el nuevorriquismo y los anhelos de una clase permeada por la cultura de la viveza y el facilismo.
El autor confirmó su intención de compartir el mensaje principal de la novela con la clase media de país, principal afectada de la situación económica que, por múltiples y variadas causas, atraviesa Venezuela.
En el acto destacó la presencia del periodista de larga trayectoria nacional, Walter Martínez, conductor del programa de actualidad y análisis internacional, Dossier, quien expresó palabras de reconocimiento debido al esfuerzo plasmado por Negrón Valera en su primera obra.
El panel anunció que Un Loft para Cleopatra estará disponible, en primera instancia, en formato digital. La novela puede ser descargada gratuitamente a través del siguiente enlace: Descargar Un Loft para Cleopatra
Se estima la pronta distribución de la novela en las tiendas de la Librería del Sur. La fecha será anunciada con antelación a través de este espacio.
RESEÑA: UN LOFT PARA CLEOPATRA SEGÚN EL ESCRITOR OSWALDO GONZÁLEZ
La narrativa venezolana actual goza de buena salud. Ha sabido continuar con las búsquedas temáticas y estilísticas que ya trazaban los narradores de las anteriores décadas, superando ciertos extravíos que, tal vez por una excesiva búsqueda de innovación, habían alejado al lector promedio, y ha mantenido un interés por el gusto de contar historias, por encima de determinadas extravagancias formales. El país, bien sea el que hubo, el que hay o podría haber, es uno de sus grandes temas, superando ciertos complejos que impulsaban a algunos escritores a volcarse sobre el cultivo de estéticas y éticas foráneas. El país que respira y jadea en la provincia, el que grita o inhala en los laberintos de las urbes; el de las pequeñas historias del día a día o el de los grandes acontecimientos que trascienden el ahora; el de los tumultos violentos o el de las secretas intrigas cotidianas. El país, en resumen, que es una forma concreta de ser humanos. El país que, a veces, es una ciudad, Caracas, suma de diversidades, conjunción de clases sociales, de migraciones internas o extranjeras, historias e historietas individuales y masivas, relaciones íntimas, evocaciones familiares y sacudones, periferia y marginalidad, no solo socioeconómica, ascensos y descensos a punta de operaciones financieras lícitas o no tanto. Esa Caracas novelada por Ana Teresa Torres, Francisco Massiani, Carlos Noguera y Eduardo Liendo, entre otros. Es en esta ciudad, plena de recovecos, donde Álvaro y Cleopatra, los personajes dibujados por José Negrón Valera, logran hacerse de un apartamento, mejor dicho, de un lujoso loft –gracias a un golpe de la divina gracia en la forma del Ministerio de la Vivienda, que subsanó una de tantas estafas inmobiliarias–, para luego pasar a concentrarse en su nueva obsesión, llamada “Cleopatra Carter quiere irse del país”.
Enmarcada en lo que se pudiera llamar ya una tradición, un oficio, un modo de hacer, Un loft para Cleopatra es una novela fundamentada en el placer de escribir una historia sin subterfugios, en la cual el lector de estos comienzos del siglo xxi pueda reconocerse. Los personajes que hacen vida en sus páginas, las calles que estos recorren, las palabras que hablan y los platos que comen los convierten en seres, lugares y situaciones con las cuales hemos tropezado e incluso convivido. Esta conexión directa con quien recorre sus páginas en la búsqueda de relatos donde verse a sí mismo emparenta la obra con mucha de la narrativa joven que se edifica actualmente en el país, y sobre la cual escribiera Luis Barrera Linares, en el prólogo de la antología de cuentos De la urbe para el orbe, preparada por Ana Teresa Torres y Héctor Torres:
Lo que sí es común a todos y todas es el desenfado con que asume cada cual la relación de su historia: aquí no hay tapujos, ni pudores, ni posiciones rebuscadas, ni facilismos eruditos ni posturas éticas prefabricadas. Ni tampoco preocupaciones telúricas o complejos hacia lo local. Como tampoco aversión hacia lo foráneo. Hay, sí, la manifiesta intención de sintonizar y encantar a los lectores y lectoras a fin de cautivar y mantener su atención.
Esta reivindicación de lo local, de lo que Charles Bukowski llamaría Los cuentos de la locura ordinaria, como estrategia para establecer empatía con el lector, es la materia prima con la que este joven escritor y antropólogo, nacido en Trujillo a comienzos de los años ochenta, erige su primera novela, en la cual narra los últimos intentos de mantener un matrimonio que “era el desecho que deja la costumbre al pasar demasiadas veces por los mismos cuerpos”. Una pareja dispareja que alcanza a vivir un largo año en una de las zonas más exclusivas de una Caracas que se oculta a los ojos del vulgo, recurso que permite que los pobres mortales atisbemos el día a día de la clase acomodada, lleno de lujos y caprichos estrafalarios. Este cambio de residencia, producto fortuito de la decisión gubernamental de “condonarles la deuda y entregarles los apartamentos, solo para demostrar ‘la maldad intrínseca del empresariado venezolano’ ”, especie de deus ex machina que permitió al protagonista pasar “de esclavo perpetuo de la deuda a flamante dueño de un apartamento de cuatrocientos metros cuadrados en ‘la sucursal del cielo’ ”, hará más evidente la crisis soterrada, no solo de la pareja sino de todo un conglomerado social que nunca se siente satisfecho, pues su sueño es vivir el inefable american way of life. Únicamente el exilio voluntario podría remediar esa insaciable añoranza de “tranquilidad y orden” que, según el imaginario que les es común, solo hallarán al llegar “al hemisferio norte”. Búsqueda inútil “porque son ellos la causa de su propio horror”.
Es este contexto histórico y social en el cual se desarrolla la novela el elemento que Negrón Valera utiliza para crear sintonía con el lector. Las aventuras y desventuras de una pareja de clase media que es la representación, a modo de símbolo, casi de parodia, de una sociedad dividida entre dos paradigmas, dos modos de verse a sí misma y al país. Por una parte, Álvaro –Alvarito, según el nombre que se da a sí mismo en su buzón de mensajes telefónicos–, cuya voz sirve de hilo conductor de la historia, narra en una progresión lineal del tiempo todas sus vivencias desde que su esposa decidió, prácticamente sin consultarle, dar el gran salto hacia el este del este de Caracas y escapar al encuentro de sus pretendidos iguales quienes, según ella sueña, la esperan con los brazos abiertos en el frío canadiense. Es el relato de una de las tantas familias clase media que hace malabarismos financieros para subir de estatus, para aprovechar “las últimas ofertas o unas buenas ‘oportunidades de inversión’, su eufemismo preferido para decir: ‘Álvaro, vamos a tener que partirnos el culo durante veinte años, pero no importa, tendremos lo que deseamos’ ”.
Es Álvaro el interlocutor que utiliza el recurso de la apelación directa a los lectores, incorporándolos a la trama a través de un lenguaje campechano y coloquial, para dinamizar el tránsito narrativo:
—Solo imagínate a Carlota. –Carlota es el nombre que llevará nuestra futura hija, a la que apela para manipularme cuando presiente que voy a negarme con un argumento financiero a alguno de sus deseos–: Piensa en Lucas corriendo por el jardín –Lucas es el nombre de nuestro perro imaginario, al que siempre recurre para… bueno… ya saben qué.
El desenfado con el cual el autor incorpora el lenguaje coloquial está plenamente justificado por cuanto Álvaro, descendiente de españoles pobres, es un muchacho que no niega sus orígenes, se conecta afectivamente con sus trabajadores, provenientes de las barriadas caraqueñas, y conserva una natural desconfianza hacia los magos de las finanzas que “nos endulzan con café y galletas hasta que nos agarran por las bolas”. Es así como valida el manejo de la ironía para retratar a unos seres truculentos y denunciar la capacidad depredadora del dinero:
Para ser honesto, no tenía la menor idea de que la ciudad se extendía tanto al este. Ignoraba por completo que la conjunción entre ingeniería e intereses financieros había logrado colonizar en tan poco tiempo la inmensa masa vegetal que en los mapas de las estaciones del Metro figuran como zonas protegidas.
Por otra parte, al ser Álvaro un joven inmerso en un mundo globalizado, en la novela abundan las referencias a la contemporaneidad y al mundo tecnológico: “Mentalmente programo mi cerebro como si se tratara de una página web y pongo la opción ‘ordenar de lo más barato a lo más caro’ ”; “me gusta pensar mientras juego Play Station y puedo meditar sobre los desafíos de la monogamia y la crisis del hombre actual”. Álvaro es un ser un tanto frágil e incluso inocente, que arrastra las convenciones morales de sus ancestros, por lo cual se llena de dudas y culpas a la hora de plantearse una aventura extramatrimonial, a pesar de que está consciente de la frialdad y de la capacidad manipuladora de su esposa: “Me manipulaba –de verdad que lo sabía–; sin embargo, algo se activaba dentro de mí y no podía negarlo, un medio dolor en el hígado que parecía más bien una reacción alérgica a sus lágrimas, a su desdicha”. Hay algo de impulso autodestructivo en ese deseo irracional de mantener una relación que naufraga y de llevar una vida que está por encima de su capacidad financiera: “Fue la primera vez en la vida, aunque no la última, en que me sentí un poco muerto”.
Siguiendo la técnica básica de los clásicos europeos consistente en abrir la ficción con una frase que sintetice el resto de la novela, y en concordancia con lo que señala García Márquez sobre la importancia de las líneas con las que inicia su camino una narración, Álvaro inicia Un loft para Cleopatra presentando al personaje clave de la historia: “Son dos los motivos por los cuales mi esposa es como es: su segundo nombre y su primer apellido. Rosa Cleopatra Carter Becerra, así la bautizaron”. Recurrentemente se refiere a su estresante obsesión de ascenso social: “pude notar cómo la dulce ingeniera Rosa Cleopatra Carter Becerra se iba transfigurando en la aristocrática Cleopatra Carter”. Y es que su esposa, Cleo, suerte de Madame Bovary pero con final feliz y profesión liberal propia, odia su clase social de origen: “Ese apartamentucho de Caricuao; odié vivir allí…”. Su desesperado deseo de pertenecer a una clase social a la que considera superior es la energía que motoriza la narración:
… en Cleo esa disposición a asumirse o mimetizarse con la clase alta era de un automatismo preocupante. Constantemente sostenía que era muy posible que en su vida pasada hubiera sido princesa; sí: p-r-i-n-c-e-s-a, ni más ni menos. ¿Y saben con qué pruebas sustentaba su teoría? (tambores, por favor): con que, a pesar de haber nacido en Venezuela y de haber pasado parte de su vida viviendo en la UD3 de Caricuao –no le comenten jamás que lo dije–, ella sentía una predilección irrefrenable por los sabores exóticos como el kiwi, los dátiles y el azafrán. No me jodas…
Atrapado entre las convenciones sociales y un amor idealizado, Álvaro debe sufrir en silencio los complejos de una esposa desclasada: “No había nada que indignara más a Cleo que la trataran como a una pobretona”. Son tan fuertes estas ínfulas aristocráticas que Álvaro se siente inferior ante ella, por lo que finalmente acepta que no está a su altura y se resigna a la posibilidad de perderla: “Puede que me sintiese mal porque siempre creí que ella merecía alguien mejor que yo”.
El contrapunto entre las aspiraciones de Cleo, sus sueños de grandeza y la ordinariez del protagonista: “me hizo tragar un servicio carisísimo de caviar y tuve que confesarle, con toda la sinceridad del caso, que esa vaina no le ganaba a las huevas de lisa de Carúpano. Por supuesto, me odió”, que no es más que la contradicción entre dos extremos de una misma clase social: “Entonces sale, no mi esposa Cleo, sino la infanta Cleopatra, a enarbolar toda la vergüenza que siente porque no soy más que un técnico superior en contabilidad y dueño de una franquicia de comida rápida…”. Se transforma en el hilo estructurador de esta suerte de novela de costumbres contemporánea y urbana, cuyo epicentro es el elemento económico y la lucha de clases, expresada con sorna:
… la autopista fue alejándonos de los apartamentos de la clase trabajadora con algún ahorro en dólares y nos internó en el territorio desconocido e inhóspito de las residencias chic de aquellos que conforman la clase para quienes trabajan los que tienen algún ahorro en dólares.
El hábil uso del lenguaje para indicar la pertenencia social y los niveles de alienación de los personajes es una de las fortalezas de esta novela. Con respecto a esto, encontramos que el protagonista-narrador se burla del barniz con que se cubren quienes consideran que al incorporar extranjerismos ascienden de categoría: “metía una que otra palabra francesa (el muy pendejo) para describir algún detalle del condominio, perdón, del loooooooft…”. Resulta llamativo el contraste hilarante que crea el autor al yuxtaponer diversos modos de hablar, como por ejemplo el dialecto maracucho de uno de los personajes que –mediante un premio gordo de la lotería mayamera– logra infiltrarse en ese universo de acomplejados. Y, por supuesto, como ya se ha señalado, Álvaro recoge diversos niveles del lenguaje para significar su desenvolvimiento en distintos contextos sociales, tanto cuando se relaciona con sus vecinos del loft como con sus trabajadores, con quienes, obviamente, se siente más relajado y franco. De esta manera, el texto de Negrón Valera se nos presenta como un compendio de los diversos modos del ser caraqueño, un registro sociológico de los ocurrentes usos que hacen los habitantes del antiguo valle de los toromaymas del idioma que trajeron los conquistadores, de acuerdo a su nivel económico y educativo, así como de sus diversas visiones del mundo.
En suma, Un loft para Cleopatra es un excelente ejercicio narrativo que, siendo una ópera prima, promete un autor con un buen manejo de las tramas, del ritmo y de los personajes para enganchar al lector, sobre todo aportando un innovador y necesario punto de vista sobre el tejido de una sociedad como la venezolana, en la que las clases sociales se entrecruzan, se empatan y se aparean mucho más que en otras naciones latinoamericanas. Con una espontánea y fresca forma de narrar, José Negrón Valera surge con una voz propia dentro del panorama de nuestra literatura, asumiendo el humor y cierto desparpajo no desprovisto de ternura hacia sus personajes, como escafandra para profundizar en las estructuras, costumbres y posturas ideológicas de un país que le entra al siglo XXI en plena efervescencia. Con su novela demuestra que el este del este en realidad no está tan lejos de Caracas como algunos quisieran.
Fuente: Oswaldo González - FEPR
¿QUÉ ENCONTRARÁS EN UN LOFT PARA CLEOPATRA? TE LO CUENTO EN ESTA ENTREVISTA

El escritor Oswaldo Antonio González sostuvo una conversación con José Negrón Valera autor de la novela Un loft para Cleopatra, editada por la Fundación Editorial El perro y la rana y que será presentada el viernes 3 de marzo a la 4 pm en la Librería del Sur “Aquiles Nazoa” del Teatro Teresa Carreño por la periodista Maríalcira Matute y el poeta Marco Aurelio Rodríguez. En ella disertan sobre el proceso creador, sobre la sociedad venezolana y el panorama mundial.
En 1998 recibiste el Premio Mario Briceño Iragorry en la mención Ensayo, ¿Tu encuentro con la narrativa se produjo paralelamente al cultivo del ensayo? ¿En qué circunstancias ocurrió?
Con ese Premio ocurrió algo particular, pues la convocatoria era para hacer un ensayo sobre la obra Mi infancia y mi pueblo de Mario Briceño Iragorry, pero cuando me senté a escribir quise hacer una pequeña novela en la que un hombre viaja al Trujillo de Briceño Iragorry, allí es guiado por él mismo a través de diferentes épocas y situaciones. La obra la escribí durante las vacaciones del cuarto año, la mitad en una casa rural en un pueblito de Trujillo llamado San Lázaro y la otra mitad en la ciudad de Valera, el resultado fue Conversaciones con Don Mario, una obra narrativa de unas sesenta páginas, que nada tenía que ver con el ensayo. Sin embargo, el Jurado decidió premiar la obra. Fue toda una sorpresa, pero también una cruz, no volví a escribir nada de literatura hasta el 2011.
¿La formación académica ha resultado crucial para tu desarrollo como escritor? ¿El hecho de ser antropólogo, de tener una visión científica de la sociedad y la cultura humanas ha marcado de algún modo tu ejercicio de escritura de ficción literaria?
Creo que la antropología me ha dotado de unas herramientas de “visión”, un cierto modo de ver la sociedad, las relaciones humanas, una particular forma de apreciar la historia y la manera en que nos sentimos parte de ella. La antropología me presentó la alteridad, el otro como sujeto/objeto de análisis, lo cual es una piedra angular para lograr amasar los personajes de las novelas; pero fueron las lecturas sobre poscolonialismo, descolonización epistémica y colonialidad del poder las que me permitieron quitarle el velo al mundo. Fueron copiando la metáfora de la película Matrix, mi pastilla roja. Otra enseñanza de la antropología y que he asimilado al cómo escribo narrativa es la que dice: Lo cotidiano se hace invisible. Por esta razón hay que lograr un cierto “extrañamiento” de la realidad que nos parece común y corriente pero que sin embargo contiene una magia, un encanto, un misterio, hacer que de ella emerjan sus características maravillosas; si hubiese estudiado Ingeniería, Derecho o Biología, sería igual escritor, pero uno diferente.
A propósito de Briceño Iragorry, escritor trujillano como tú, por cierto… Una frase suya, “Démonos a la tarea de buscar vestiduras propias”, nos invita a mirarnos con ojos propios. ¿Piensas que el escritor, que el artista, para ser universal debe dar preferencia a visitar su “propia aldea”, como diría León Tolstói?
Esa pregunta podría contestarla en dos tiempos, en primer lugar, un amigo dice “quien esté libre de alienación que tire la primera piedra”, estamos muy atravesados, lo queramos o no, por influencias de toda índole, sin embargo, lo que considero más importante es la toma de conciencia sobre el proceso histórico-politico-social que nos ha traído hasta la respuesta de la pregunta ¿quién soy? ¿Qué somos?, ese primer paso es el más importante. Debemos entender que hemos naturalizado y metabolizado categorías de pensamiento y formas de interpretar la sociedad que no son más que el cúmulo de una tradición de pensamiento que nos lleva a 1492. Este primer paso es la clave para tejer unas verdaderas “vestiduras propias”. En segundo término, visitar la propia aldea, lo interpreto como un viaje al interior de lo que nos hace humanos, lo que nos hermana con otros seres del planeta en sus angustias, aspiraciones existenciales, dilemas morales e inquietudes filosófico-espirituales, significa a mi juicio volver a lo más íntimo, al vientre materno, y desde allí reencontrarnos con lo verdaderamente esencial. Despojarnos de lo artificial legado por concepciones impuestas o trasplantadas a la fuerza con el fin de modelar un cierto tipo de individuo. Hay que volver a leer a Ludovico Silva y su plusvalía ideológica, creo que bastante le pueden aportar a quien desee escribir con los pies puestos en el suelo y con el alma liberada.
Un loft para Cleopatra es tu primera novela, al menos, la primera publicada. ¿Cómo fue la evolución del texto?
Fijate, yo me siento en Guerra Simbólica permanente por recuperar el control sobre nuestro imaginario. Creo que esa es la guerra que importa y a la que menos se presta atención. Un loft para Cleopatra la escribí en tres meses, pero la llevo hirviendo desde 1999, cuando Chávez llegó a la presidencia de la República. Durante una cena con amigos, estuvimos conversando sobre una cantidad de anécdotas que han marcado este proceso histórico. Algunas eran archiconocidas y otras, las más numerosas, no tanto. Por ello, me dije: “Esto hay que contarlo”. A pesar de ello, el primer problema que conseguí es que un libro no podía contener tantas historias, por lo que consideré que una buena salida era hacer una novela que fuese una síntesis de gran parte de esa realidad; una metáfora que lograse abstraer los elementos más importantes, ideas, conceptos, mentalidades y presentarlos en una historia en la que cualquiera se puede reconocer. Considero que en mi ánimo estaba que un Un loft para Cleopatra representara un Zeitgeist o una obra que fuese “el espíritu del tiempo” que vivimos.
Háblanos un poco del personaje de Cleopatra Carter, cuyos aires de grandeza y el complejo por sus orígenes caricuaenses son el elemento estructurador de la novela. ¿Tiene algo de arquetípico, de símbolo de una sociedad que puede llegar a extremos con tal de alcanzar el famoso “ascenso social”?
Cleopatra es el arquetipo de las víctimas de esta Guerra Simbólica que vivimos. Donde la felicidad está ligada al dinero, a lo superficial, al juicio externo, a nociones sobre el éxito legadas de la televisión, especialmente de las telenovelas, de las películas y series norteamericanas. Es el arquetipo de la contradicción y de la tragedia que surge por querer perseguir un ideal que le han hecho pensar les otorgará la dicha. Cleopatra es eso, una víctima, aunque a veces, también, por no saber cómo resolver esos dilemas y contradicciones, se convierte en victimaria.
¿Es exagerado considerar que la novela es una suerte de documental, de bitácora, de diario de campo para el registro de eventos y personas que te afectaron de algún modo?
No es una autobiografía. Sin embargo, en ella están contenidas las cientos de vidas, los cientos de hombres y mujeres que he conocido. Es una abstracción de los elementos comunes de una cierta clase de personajes de la sociedad venezolana. Siento que todos, y no creo que me vaya a equivocar, van a verse reflejados en la novela y reconocerán en ella a gente que conocen.
¿Tu voz narrativa, al menos en esta obra, es la primera persona? ¿Por qué? ¿Te sientes de algún modo identificado con Álvaro, el esposo de Cleo, quien es una especie de mediador entre dos clases sociales?
Repito, no es una autobiografía. Me siento identificado, no con un personaje en particular, sino con la búsqueda vital de cada uno de ellos. Uso mucho la voz en primera persona porque siento que es la que mejor se me da. Dejaremos que sean los críticos literarios y la metaliteratura la que defina si eso está relacionado con algún aspecto psicológico no resuelto o, por el contrario, es un signo distintivo de estos tiempos.
Considero que tu manejo del humor implica una suerte de ternura, una manera de acariciar a tus personajes, como diría el escritor chileno Antonio Skármeta. Pero, a su vez, implica un riesgo. ¿No temes que cierta crítica te considere un escritor ligero?
No escogí contar esta novela en tono de humor, fue la realidad la que me lo impuso. Es que ciertamente cuando en tu mente ordena los hechos, las anécdotas, hay un cierto ritmo, una cadencia que lo que te provoca es una risa, pero no de burla, sino de sorpresa, como si estuvieras atravesando las puertas de Macondo y llegando al lugar en el que todo es posible. Satirizo, pero no me burlo. Traté de no hacer un panfleto ni una obra que impusiera un cierto juicio moral, eso deben hacerlo los lectores cuando se vean en las páginas. La novela es solo un espejo de nuestra sociedad y nuestro tiempo. No me preocupa mucho el juicio de la crítica, me preocupa mucho más, el juicio de un usuario del Metro de Caracas que se tome el tiempo de leer el libro de camino a su trabajo. No creo que deba demostrar nada a los eruditos y para ser honesto prefiero que sean los lectores quienes me definan.
Cleopatra es el arquetipo de las víctimas de esta Guerra Simbólica que vivimos. Donde la felicidad está ligada al dinero, a lo superficial, al juicio externo, a nociones sobre el éxito legadas de la televisión, especialmente de las telenovelas, de las películas y series norteamericanas. Es el arquetipo de la contradicción y de la tragedia que surge por querer perseguir un ideal que le han hecho pensar les otorgará la dicha. Cleopatra es eso, una víctima, aunque a veces, también, por no saber cómo resolver esos dilemas y contradicciones, se convierte en victimaria.
¿Es exagerado considerar que la novela es una suerte de documental, de bitácora, de diario de campo para el registro de eventos y personas que te afectaron de algún modo?
No es una autobiografía. Sin embargo, en ella están contenidas las cientos de vidas, los cientos de hombres y mujeres que he conocido. Es una abstracción de los elementos comunes de una cierta clase de personajes de la sociedad venezolana. Siento que todos, y no creo que me vaya a equivocar, van a verse reflejados en la novela y reconocerán en ella a gente que conocen.
¿Tu voz narrativa, al menos en esta obra, es la primera persona? ¿Por qué? ¿Te sientes de algún modo identificado con Álvaro, el esposo de Cleo, quien es una especie de mediador entre dos clases sociales?
Repito, no es una autobiografía. Me siento identificado, no con un personaje en particular, sino con la búsqueda vital de cada uno de ellos. Uso mucho la voz en primera persona porque siento que es la que mejor se me da. Dejaremos que sean los críticos literarios y la metaliteratura la que defina si eso está relacionado con algún aspecto psicológico no resuelto o, por el contrario, es un signo distintivo de estos tiempos.
Considero que tu manejo del humor implica una suerte de ternura, una manera de acariciar a tus personajes, como diría el escritor chileno Antonio Skármeta. Pero, a su vez, implica un riesgo. ¿No temes que cierta crítica te considere un escritor ligero?
No escogí contar esta novela en tono de humor, fue la realidad la que me lo impuso. Es que ciertamente cuando en tu mente ordena los hechos, las anécdotas, hay un cierto ritmo, una cadencia que lo que te provoca es una risa, pero no de burla, sino de sorpresa, como si estuvieras atravesando las puertas de Macondo y llegando al lugar en el que todo es posible. Satirizo, pero no me burlo. Traté de no hacer un panfleto ni una obra que impusiera un cierto juicio moral, eso deben hacerlo los lectores cuando se vean en las páginas. La novela es solo un espejo de nuestra sociedad y nuestro tiempo. No me preocupa mucho el juicio de la crítica, me preocupa mucho más, el juicio de un usuario del Metro de Caracas que se tome el tiempo de leer el libro de camino a su trabajo. No creo que deba demostrar nada a los eruditos y para ser honesto prefiero que sean los lectores quienes me definan.

Cuando uno lee estos personajes tan desmesurados y, al mismo tiempo, tan tocables como Cleopatra, como su esposo o el banquero multimillonario, no puede dejar de recordar que Juan Carlos Onetti afirmaba que “La literatura es mentir bien la verdad” ¿Estás de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuánto de ficción hay en tu novela?
Es una novela cuya ficción depende enteramente de lo real. A veces, cuando escucho una anécdota, veo las noticias, solo me doy cuenta de que la ficción narrativa consiste en darle un orden y una estética a un mundo que en apariencia luce disperso e incoherente, al menos hasta que es sometido al ojo del narrador, a ese tamiz que decide “lo que debe ser escrito”.
Recurriste, para la publicación de tu primera novela, a El perro y la rana, una editorial bastante particular por cuanto algunos sectores de la élite cultural, y esto lo digo sin demasiada ironía, podrían considerarla orientada al lector marginal, tanto en el sentido de pobre de solemnidad como en el de alejado de los exquisitos comederos de las Bellas Artes. ¿Qué te llevó a esa decisión? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas?
Publicar en El perro y la rana demuestra el éxito de un proyecto de política cultural. Acceder a las Torres de Marfil de las grandes editoriales, no solo es imposible sino que además está sometido muchas veces a factores que nada tienen que ver con la literatura, lo comercial no puede ser el filtro para evaluar si un libro se publica o no. Tampoco es deseable que el criterio político-partidista prive sobre la oferta editorial, porque si no tienes el fenómeno apreciable en las vidrieras de las editoriales privadas, que se han vuelto una extensión de partidos políticos que están en contra del gobierno bolivariano. La ventaja de publicar con El perro y la rana, al menos desde mi experiencia, es que cuentas con absoluta libertad creativa y que no son los factores económicos los que privan, a la hora de que decidan publicar. Además, cuentan con la oferta de servicios editoriales a precios muy accesibles, lo cual es un estímulo inmenso para todos los que nos dedicamos a escribir. La desventaja -a mi juicio- no es algo que me competa a mí o la propia editorial, sino que viene como resultado de la polarización de un cierto sector de la población para quienes todo lo que provenga de la iniciativa gubernamental es considerado negativo. Mi deseo es que la novela logre sortear estos escollos de la tensión política y pueda llegar a manos de quienes más necesitan leerla, la clase media venezolana.
¿Qué escritores, nacionales o foráneos, te han parecido particularmente interesantes?, ¿Algunos han influenciado en forma directa sobre ti?
Creo que leí el primer libro “serio”, El gran Gatsby, a los siete años más o menos, eso fue gracias a mi mamá; pero fue mi tía, experta en literatura latinoamericana, quién me presentó a Quiroga, a Poe, a Borges, pero también a los escritores venezolanos, Julio y Salvador Garmendia, Pocaterra, Coll; pero son Liendo y Massiani quienes más impacto me causaron de niño y adolescente. Mi profesora de Castellano y Literatura de noveno grado, Blanca, me introdujo en el vasto mundo de Cortázar. Y luego seguí más o menos por mi propia cuenta, leyendo a Camus, García Márquez, Houellebecq, Tolkien, Bryce Echenique, Junot Díaz. Pero fue con la llegada de Roberto Bolaño que mi visión sobre la literatura cambió, fue liberador leer Los detectives salvajes, eso se lo debo a la poeta aún inédita, Dariela Tello. Por otro lado, reencontrarme con Aquiles Nazoa, ya de adulto gracias a mi esposa e hijas, ha significado una oportunidad de repensar la sensibilidad estética como indisoluble de una posición ético-política. Siento que es necesario leer todo lo que te caiga en las manos, leo el periódico, las revistas de farándula en las peluquerías, los magazines de los consultorios médicos, leo las paredes de los baños públicos, los grafittis en las calles, los memes. Soy un obsesivo de la lectura.
Vuelvo a citar a Mario Briceño Iragorry, quien afirma que “La tradición es la onda creadora que va del ayer al mañana…” ¿Te consideras una voz nueva dentro de la novelística venezolana? ¿Consideras que irrumpes, que rompes con un cierto modo de escribir novelas o más bien eres, a tu modo, un continuador de una tradición?
Eso es algo que no puedo contestar sin que se activé la alarma de “peligro de narcisismo”. Espero que sean otros y otras quienes puedan responder, aunque me gustaría que lo hicieran rápido y que, además, me enviaran sus conclusiones. Me muero de la curiosidad
¿Consideras que la Venezuela contemporánea, con todo lo que tiene de efervescente, incluso de contradictorio y hasta caótico, es un buen laboratorio para desarrollar un corpus literario o planeas explorar otros contextos históricos, geográficos y sociales para tus futuros proyectos?
El budismo enseña que puede comprenderse el mundo a través de una gota de agua, las pequeñas cosas son expresiones del Todo. Siento que las búsquedas existenciales son las mismas, lo que cambian son las locaciones, las particularidades históricas, ciertos tintes culturales, sin embargo, hay un sentido profundo que nos une. Podría hablar sobre la ansiedad que produce alcanzar el ascenso social y contarlo a través de la historia de una pareja clase media venezolana, y es posible que alguien en Costa de Marfil pueda sentirse identificado. El amor y el desamor, los complejos, frustraciones, aunque pueden tener acentos locales en sus causas, provocan una cierta consecuencia sentimental que es similar en todos lados. Como lo dice Terencio: “Nada humano me es ajeno”. De todos modos, no me limito a la hora de poner esa humanidad y sus búsquedas en distintos espacios geográficos. Me gusta ese reto y además viajo muchísimo con ello. Por ejemplo, Un loft para Cleopatra se desarrolla enteramente en Caracas, sin embargo, mi próxima novela en publicarse se desarrolla en lugares tan dispares como Estados Unidos, Siria, Rusia, Italia, España, Argentina, Japón.
¿Cuál es tu visión de la Venezuela actual? ¿Piensas, como Cleo, que la única alternativa es emigrar a algún país del norte o, como su esposo, no te quieres ir porque hay muchas oportunidades para emprender?
En la novela ese planteamiento juega un papel central. Piénsalo de este modo: Venezuela es el país que tiene la mayor reserva de petróleo del planeta, la primera reserva de oro de Latinoamérica, tienen reservas de agua dulce, coltán, hierro, bauxita y un clima tropical envidiable y bastante estable, no cuenta con problemas de conflictos religiosos y aunque debe superar su racismo subterráneo, aquí no ocurren crímenes de odio como sí se ve en Europa y Estados Unidos. ¿Quién querría irse de semejante paraíso? Tienes, desde el punto de vista material, todo para construir. Incluso te digo más: no sé si en otra parte del mundo a los inmigrantes se les da el trato que en Venezuela se les da: casas, trabajos, seguridad social. ¿Quién querría abandonar esto, para aventurarse a una realidad desconocida y muchas, muchísimas veces, hostil? Solo aquellos que han sido vencidos por el mayor plan de desarraigo del que se haya tenido noticias en las últimas décadas. Los que han sido víctimas de una sistemática campaña de desmoralización y destrucción de la identidad, de los orígenes, del sentimiento que ata la vida a un territorio. Claro que debe decirse que este plan se desarrolla desde hace quinientos años y, con renovado impulso, a raíz de los inicios de la explotación petrolera, donde la desvalorización de lo que somos como pueblo ha calado en generaciones de hombres y mujeres, que a su vez transmiten sus complejos a los que siguen. Buscan afuera respuestas para un vacío que es interior. Transitan un laberinto al que debemos aproximarnos no con rechazo o burla, sino con bastante compasión y comprensión.
Creo que leí el primer libro “serio”, El gran Gatsby, a los siete años más o menos, eso fue gracias a mi mamá; pero fue mi tía, experta en literatura latinoamericana, quién me presentó a Quiroga, a Poe, a Borges, pero también a los escritores venezolanos, Julio y Salvador Garmendia, Pocaterra, Coll; pero son Liendo y Massiani quienes más impacto me causaron de niño y adolescente. Mi profesora de Castellano y Literatura de noveno grado, Blanca, me introdujo en el vasto mundo de Cortázar. Y luego seguí más o menos por mi propia cuenta, leyendo a Camus, García Márquez, Houellebecq, Tolkien, Bryce Echenique, Junot Díaz. Pero fue con la llegada de Roberto Bolaño que mi visión sobre la literatura cambió, fue liberador leer Los detectives salvajes, eso se lo debo a la poeta aún inédita, Dariela Tello. Por otro lado, reencontrarme con Aquiles Nazoa, ya de adulto gracias a mi esposa e hijas, ha significado una oportunidad de repensar la sensibilidad estética como indisoluble de una posición ético-política. Siento que es necesario leer todo lo que te caiga en las manos, leo el periódico, las revistas de farándula en las peluquerías, los magazines de los consultorios médicos, leo las paredes de los baños públicos, los grafittis en las calles, los memes. Soy un obsesivo de la lectura.
Vuelvo a citar a Mario Briceño Iragorry, quien afirma que “La tradición es la onda creadora que va del ayer al mañana…” ¿Te consideras una voz nueva dentro de la novelística venezolana? ¿Consideras que irrumpes, que rompes con un cierto modo de escribir novelas o más bien eres, a tu modo, un continuador de una tradición?
Eso es algo que no puedo contestar sin que se activé la alarma de “peligro de narcisismo”. Espero que sean otros y otras quienes puedan responder, aunque me gustaría que lo hicieran rápido y que, además, me enviaran sus conclusiones. Me muero de la curiosidad
¿Consideras que la Venezuela contemporánea, con todo lo que tiene de efervescente, incluso de contradictorio y hasta caótico, es un buen laboratorio para desarrollar un corpus literario o planeas explorar otros contextos históricos, geográficos y sociales para tus futuros proyectos?
El budismo enseña que puede comprenderse el mundo a través de una gota de agua, las pequeñas cosas son expresiones del Todo. Siento que las búsquedas existenciales son las mismas, lo que cambian son las locaciones, las particularidades históricas, ciertos tintes culturales, sin embargo, hay un sentido profundo que nos une. Podría hablar sobre la ansiedad que produce alcanzar el ascenso social y contarlo a través de la historia de una pareja clase media venezolana, y es posible que alguien en Costa de Marfil pueda sentirse identificado. El amor y el desamor, los complejos, frustraciones, aunque pueden tener acentos locales en sus causas, provocan una cierta consecuencia sentimental que es similar en todos lados. Como lo dice Terencio: “Nada humano me es ajeno”. De todos modos, no me limito a la hora de poner esa humanidad y sus búsquedas en distintos espacios geográficos. Me gusta ese reto y además viajo muchísimo con ello. Por ejemplo, Un loft para Cleopatra se desarrolla enteramente en Caracas, sin embargo, mi próxima novela en publicarse se desarrolla en lugares tan dispares como Estados Unidos, Siria, Rusia, Italia, España, Argentina, Japón.
¿Cuál es tu visión de la Venezuela actual? ¿Piensas, como Cleo, que la única alternativa es emigrar a algún país del norte o, como su esposo, no te quieres ir porque hay muchas oportunidades para emprender?
En la novela ese planteamiento juega un papel central. Piénsalo de este modo: Venezuela es el país que tiene la mayor reserva de petróleo del planeta, la primera reserva de oro de Latinoamérica, tienen reservas de agua dulce, coltán, hierro, bauxita y un clima tropical envidiable y bastante estable, no cuenta con problemas de conflictos religiosos y aunque debe superar su racismo subterráneo, aquí no ocurren crímenes de odio como sí se ve en Europa y Estados Unidos. ¿Quién querría irse de semejante paraíso? Tienes, desde el punto de vista material, todo para construir. Incluso te digo más: no sé si en otra parte del mundo a los inmigrantes se les da el trato que en Venezuela se les da: casas, trabajos, seguridad social. ¿Quién querría abandonar esto, para aventurarse a una realidad desconocida y muchas, muchísimas veces, hostil? Solo aquellos que han sido vencidos por el mayor plan de desarraigo del que se haya tenido noticias en las últimas décadas. Los que han sido víctimas de una sistemática campaña de desmoralización y destrucción de la identidad, de los orígenes, del sentimiento que ata la vida a un territorio. Claro que debe decirse que este plan se desarrolla desde hace quinientos años y, con renovado impulso, a raíz de los inicios de la explotación petrolera, donde la desvalorización de lo que somos como pueblo ha calado en generaciones de hombres y mujeres, que a su vez transmiten sus complejos a los que siguen. Buscan afuera respuestas para un vacío que es interior. Transitan un laberinto al que debemos aproximarnos no con rechazo o burla, sino con bastante compasión y comprensión.

¿Qué estás leyendo actualmente y por qué?
Estoy leyendo diversas cosas en paralelo. Obras necesarias y que por diversas circunstancias nunca había podido leer. Por ejemplo, Rayuela de Cortázar, Pedro Páramo de Rulfo y La Peste de Albert Camus. También narrativa contemporánea como El Pájaro que da cuerda al mundo de Murakami y 2666 de Roberto Bolaño. Pero también ensayos académicos para la maestría de Filosofía de la Guerra que estoy cursando, especialmente sobre contraterrorismo, operaciones psicológicas, teoría de juegos. De algún modo, todo se une y termina dictándote el próximo proyecto a emprender
¿Qué consejos darías a los jóvenes autores?
No sé si estoy para dar consejos. Lo que puedo es hablarte de las orientaciones que trato de darme a mí mismo, sin ningún orden en específico, sino superpuestos: 1) Leer de todo y permanentemente, esa es la base. 2) Escribir ideas, líneas, bocetos, sueños, pensamientos que no podrías decirlos en voz alta, anécdotas de amigos, lo que ves en la calle de camino al trabajo, las historias que escuchas mientras estás en el Metro, en la camionetica. Son pequeños ladrillos que servirán para cuando vayas a construir el relato. 3) Leer todos los decálogos sobre cómo escribir, especialmente, los consejos de: Monterroso, Poe, Bolaño; El artículo de Raymond Carver sobre “Cómo escribir un cuento”. 4) Vivir sin miedo, siguiendo el instinto, esa voz interna que es mucho más sabia de lo que pensamos. 5) No creer nunca que se está completo. Estamos en construcción hasta el último momento de la existencia. 6) Ser un curioso de la vida, deslumbrarse por lo que parecen situaciones conocidas o insignificantes. La literatura no solo debe contener o se hace con los grandes sucesos históricos. Las micro historias, las historias mínimas, invisibles, anónimas, son las que al final forman el sustrato sobre el que se asienta la gran historia. Carpentier lo decía, hay que buscar “Lo real maravilloso”. Un loft para Cleopatra es eso, una épica de lo cotidiano maravilloso.
¿En qué nuevos proyectos literarios andas?
El próximo libro que debería salir con el sello de la editorial lleva por nombre Reyes y dinosaurios, es el primer tomo de una trilogía que escribo sobre la Guerra No Convencional, posmoderna o híbrida. Un thriller que está entre el suspense, la distopía y la novela negra. Lo que me agrada de Reyes y dinosaurios es que es una novela coral, más experimental y, además, contada no desde la perspectiva del “héroe” sino del “antihéroe”. Por otro lado, actualmente escribo una novela erótico-apocalíptica que me tiene bastante atrapado. Espero esté lista para julio de este año y quizá pueda leerse para principios de 2018.
Como escritor y antropólogo, ¿tienes algo que decirnos a los venezolanos que transitamos por los accidentados caminos del siglo XXI?
Puede que esas palabras ya estén contenidas en Un loft para Cleopatra, sin embargo, a modo de conclusión podría decir, como un venezolano que ama a su país y que encontró en sus dos hijas y esposa la clave de la existencia, lo siguiente: Hay que estar siempre del lado de la vida. Todo lo que no aporte al bien común, al amor, a la equidad, a la justicia, a la solidaridad, carece completamente de valor y debe ser expulsado de nuestro sistema de creencias y valores. Chávez decía algo que siento debería ser el leitmotiv de un gobierno del pueblo: “La capacidad de amar es infinita”. Si se somete toda acción gubernamental, pero también individual, a esa máxima, a ese filtro, tendremos la clave para alcanzar la suprema felicidad. Vamos a intentarlo.
Editorial Fundación "El Perro y la Rana"
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