“La escritura me da la oportunidad de conectar ese gran cosmos que la lectura me ha dado, transformarlo y agregarle nuevas significaciones”, expresó en conversación con Todosadentro, José Negrón Valera, autor de la novela Un loft para Cleopatra, que publicó, recientemente, la editorial El Perro y La Rana.
Para Negrón Valera sus inicios en la literatura fueron definitivos para precisar los inusuales rumbos que como lector y escritor ha tomado en la actualidad. De muy niño comenzó a leer El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald, conoció a Poe y a Quiroga, llegó a Massiani y a Liendo. Sus intereses pueden ir desde la Big Data, pasando por la manera en que los indígenas Pemón entonan sus cantos a la hora de cosechar, haciendo una parada en los inicios de la explotación petrolera en Venezuela y terminando en los rituales de los hooligans británicos antes de que juegue el Manchester United.
Escritura Creativa
-Tengo entendido que es antropólogo, ¿Cuándo decide dar el gran salto como escritor?
En la carrera de antropología, para formarte como buen investigador, leer es un requisito, pero escribir lo es aún más. Es en ese proceso, el de la escritura, donde es posible darle cabida a las ideas renovadoras, las que permiten repensar las realidades y los códigos en los que se desarrolla la cultura. En el segundo semestre, un profesor de apellido Pineda, nos pide hacer una entrevista imaginaria a un autor, escogí en ese momento a Levi Strauss, y lo interpelé al estilo en que lo hace Donald Sassoon con Marx. Eso fue un primer esbozo que me resultó una buena escapatoria al ejercicio permanente del ensayo académico. Sin embargo, no fue hasta el 2011 cuando le entré con verdadera disciplina a la escritura creativa, pienso que mi esposa y el nacimiento de mis hijas, tuvieron en eso un papel vital. La escritura creativa necesita un combustible, un disparador o gatillo, para asentarse y luego despegar, para unos puede ser la tristeza, la depresión, el miedo, la ambición, la ira, en mi caso fue el amor desatado por mis hijas.
-Recientemente presentó su novela Un loft para Cleopatra. ¿Qué supone esta experiencia en su vida?
Bueno, puede que suene a cliché, pero de verdad es como tener un hijo. Alguien a quien le has dado toda tu energía, a quien le has brindado tantas atenciones, expectativas, es una experiencia muy parecida. Lo ves abrir los ojos, que pueden ser las páginas, escuchas su nombre en otros labios, ves como lo cargan, como le dan cariños, como se emancipa y hace su propio camino lejos de ti, aunque veces vuelve para compartir un rato de esas cosas que le han pasado por allí mientras es parte del mundo. Siento que “Un loft para Cleopatra” me ha hecho entender cuál debe ser mi papel en todo esto que llamamos vida.
-¿De qué trata su libro? ¿Qué lo llevó a escribirlo y a querer publicarlo?
La novela narra el último año en común de una pareja clase media caraqueña que logra irse a vivir en una de las zonas más exclusivas de la capital. Es un viaje que sirve para describir a una cierta clase social en un momento histórico muy específico. El objetivo no es juzgar sus acciones, su forma de pensar, sus decisiones, sus prejuicios o cosmovisión, sino servir de algún modo como un atento cronista que desea dejar asentado para las generaciones venideras, un fenómeno aspiracional que hace que muchos seres humanos comprometan su salud emocional, mental, espiritual con el único propósito de satisfacer una meta que ni siquiera les pertenece, pero que les han impuesto como un modelo de lo que debe ser la buena vida, el destino correcto. Podría decir que así como hicieron muchos científicos sociales en el pasado, “Un Loft para Cleopatra” es una antropología de la apariencia social. Hay una cita que me gusta mucho del sociólogo Erving Goffman y que podría resumir espíritu de la novela, incluso estuve tentado a ponerlo como epígrafe “Estamos constreñidos a actuar la Tragedia o Comedia de nuestra vida a tiempo completo”. Desde 1999, con la llegada de Chávez a la Presidencia, Venezuela ha vivido un proceso muy rico en cuanto a anécdotas propias de las clases sociales en pugna, algunas son muy conocidas otras no, creo que deseaba escribir sobre cómo este proceso ha impactado en la gente común y corriente. Es un aporte, no está dicho todo, pero puede servir como una pequeña fotografía.
-¿Qué autores han influido en su obra?
Son bastantes, hay algunos que desde siempre me sirvieron como base, Gabriel García Márquez, Francisco Massiani, Salvador Garmendia, Julio Garmendia, Aquiles Nazoa, Eduardo Liendo, Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Carpentier, Horacio Quiroga, incluso Tolkien. Los cuentos venezolanos fueron claves en mi formación, “El diente Roto” de Coll, la í latina”, de Pocaterra. Pero siempre digo que fui un antes y un después de “Los detectives Salvajes” de Roberto Bolaños, me liberó, me brindó una perspectiva amplia sobre el proceso de escribir, de contar historias. Bryce Echenique también fue revelador en la forma en que el humor puede ser una herramienta poderosa para hablar de los fenómenos sociales, “Un mundo para Julius” es un ejemplo de ello. Otro autor que me ha influido es Junot Díaz y su libro “La maravillosa vida breve de Oscar Wao”. En estos momentos estoy leyendo “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, y ha sido toda una revelación.
Simplicidad y belleza
-¿Qué sensaciones pretende generar en esos posibles lectores?
Si me preguntas, a riesgo de ser crucificado por todos los críticos y especialistas meta literarios, he aprendido algo que pretendo seguir perfeccionando: la simplicidad es belleza. Creo que se puede ser lo suficientemente profundo y llevar a los lectores por un proceso de alto vuelo poético, de compleja reflexión sin necesidad de escribir como Kant. Además, podría decir que es una posición hasta política, esto de democratizar el uso del lenguaje, hacerlo accesible sin que por ello se ponga en riesgo lo que lo hace sublime, los significados trascedentes que le acompañan. En todo caso, de lo que se trata es de llevar a los lectores a un viaje, mientras más eficiente sea, mucho mejor. Creo en ello, y aunque valoro muchísimo el trabajo de los críticos, pues logran ver asuntos que los propios escritores ignoraban dentro de sus propias creaciones, el juicio de los lectores que no tienen mayor pretensión que el disfrute y el placer, tienen para mí un lugar privilegiado.
-¿Cómo se siente al saber que cualquier persona, de cualquier parte del mundo, puede acceder a su obra con un solo click y de forma gratuita? (Explicar donde se puede descargar el libro y si está disponible en físico)
No soy un lector digital, lo admito, pertenezco a la generación donde el fetiche de oler y tocar un libro, sigue siendo un demonio indomable. Sin embargo, he recibido con mucha sorpresa que la obra ha recibido en menos de un mes de publicada, más de 1000 descargas sólo de la página www.josenegronvalera.com.ve. Eso sin contar la distribución que se ha hecho vía Whatsapp, desde la página de la editorial, los correos electrónicos, etc. Me han escrito lectores desde Guatemala, EEUU, Canadá, Colombia, Argentina, España, Inglaterra, Francia, Japón, Bolivia, México, Panamá quienes se descargaron el libro y lo han disfrutado muchísimo. Me siento maravillado y al mismo tiempo sorprendido de la recepción que ha tenido el libro. Todo ello ha sido posible gracias a que puede descargarse de manera digital y de forma gratuita. He posteado parte de esos comentarios en mi cuenta Instagram, Facebook y Twitter @josenegronv.
-¿Escribió su novela guiado por la inspiración o la planificó?
La novela surgió gracias a una cena con amigos. Tuve esa especie de epifanía esa noche, cuando hablábamos sobre todas las anécdotas que han rodeado a Venezuela desde 1999. Sentí que era el momento de hablar de todo ello, así que hice un calendario y comencé a escribir de manera frenética durante tres meses, hasta que logré concluirla. Fluyó de manera increíble, fue una mezcla de ganas de contar historias y de disciplina férrea. Si vas a mi cuenta Instagram @josenegronv, podrás ver allí mi calendario de trabajo. Llevaba un conteo de hoja por día, fue un gran ejercicio que ya forma parte de mi rutina diaria.
-¿Cuál cree fue lo más gratificante y lo más frustrante de su trabajo?
Cuando uno se compromete con un libro, cuando logras conseguir la energía y la inspiración necesaria, lo más frustrante es cuando te das cuenta que está listo. Los personajes han cobrado tal nivel de vida en tu cabeza que sientes como si fuese una despedida. Me sucedió con los personajes de la novela, en especial con Jerónimo, que me cautivó por completo. No quería dejar de hablar con él, de divertirme con sus ocurrencias, con su forma de ver la vida. Pero bueno, como dice la canción de Lavoe “Todo tiene su final, nada dura para siempre”. Dentro de lo más gratificante, es precisamente darte cuenta que cuando el libro sale a la calle y gusta, ya nada de lo que hiciste te pertenece, ya forma parte del mundo más amplio de los lectores. Cada quién tiene su propia anécdota con los personajes de la novela, tienen su interpretación de los hechos allí descritos. Eso es hermoso. Recientemente en un encuentro con lectores en el Eje del Buen Vivir, que organizó Marialcira Matute, a quién le estoy supremamente agradecido por todo el apoyo que me ha brindado, pude escuchar de boca de quienes se tomaron el tiempo de leerme, análisis y profundidades que ignoraba sobre la obra, fue una experiencia que no puedo tildar de otra manera que, hermosa.
Compromiso
-Hay personas que buscan igual que usted, abrirse al mundo literario ¿Qué les aconsejaría?
El mejor consejo que les doy es desprenderse del ego, de las ganas de “ser algo”. Se debe escribir porque sientes que es lo único que tienes que hacer en la vida, lo único que puede hacerte feliz. Atar la escritura con las ganas de ganar dinero o fama, es ponerle ya un ancla muy pesada a una experiencia que debería garantizar la levedad del espíritu. No digo que no participes en premios, o no publiques, o no quieras que una editorial te firme o que ganes dinero con ello, lo que trato de decir es que el compromiso de quien escribe debe estar con la energía creativa y con la sociedad a la que eso va dirigido. Para ello, es deber leer muchísimo y de todo, formarse, depurarse, someterse a crítica exhaustiva –propia y ajena-, escribir siempre. A medida que ese proceso vaya consolidándose, lo demás vendrá como un proceso natural e inevitable. Es la garantía de ser feliz con el oficio de escribir.
-Respecto al mundo editorial. ¿Es complicado publicar?
En estos momentos con las nuevas tecnologías, publicar es sencillo. Me refiero a la auto publicación. Ya la dictadura de las editoriales tradicionales, pierde terreno y soberanía sobre aquellos mortales que quieran ser autores. Antes no había salida, en estos momentos está Amazon, por ejemplo que es una oportunidad para quienes se animen. Ahora, si nos vamos al esquema tradicional, sí es muy difícil que te tomen en cuenta para publicar. Las editoriales, siempre han sido territorios muy hostiles para quienes desconocen los vericuetos, códigos y dinámicas de ese submundo. Mi recomendación para todos los que deseen escribir es que aprovechen, al menos en Venezuela, que existe por un lado una Editorial atípica, que se llama “El Perro y La Rana” y que ofrece servicios editoriales para que puedas tener una revisión y evaluación profesional del manuscrito y puedas aventurarte ya con mayores posibilidades hacia la meta que es dar a conocer la obra. Otra opción que resulta una herramienta muy provechosa para aquellos que estén en el oficio de escribir, es la Agencia Literaria del Sur, los cuales además de ofrecer servicios de edición, corrección y traducción, también proveen la posibilidad de representación editorial, algo muy novedoso y necesario.
-Finalmente ¿Hasta dónde aspira llegar como escritor?
El papel del escritor, a mi juicio, es de servir de traductor de realidades concretas e imaginarias. Hacerlas materiales, que puedan ser transmitidas y sentidas por todos. En un mundo cada vez más complejo, atravesado por toda suerte de innovaciones, de misterios revelados y de fronteras que no cesa de expandirse, el escritor tiene que surgir como un hombre o mujer con la disposición de ir encendiendo luces a medida que avanzamos como sociedad, como planeta interconectado. La forma en que lo haga ya depende de la experiencia individual, de las destrezas, expectativas, potencialidades, inclinaciones de cada quién. Es una obra y trabajo colectivo. El futuro o el pasado, incluso el presente, necesitan de esos espíritus dispuestos a servir como mediadores entre las gentes, sus aspiraciones y sus propias conquistas como especie. Ahora, en mi caso particular, siento que mi tarea en las actuales circunstancias, consiste en dar un pequeño aporte para recuperar el control sobre nuestro imaginario. Ser un soldado en esta guerra simbólica que libramos y procurar siempre servir al lado del bien, que no es otro que aquel que lucha por la victoria del amor y la vida.
Entrevista realizada por Michelle Valdez y publicada originalmente en el semanario cultural TODOSADENTRO N° 656 https://issuu.com/todosadentro/docs/issuu_656
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