Vivimos tiempos turbulentos. Los estudios hechos en el campo energético nos alertan sobre una realidad incontestable, el agotamiento de los hidrocarburos en la mayor parte del mundo se acelera. En pocos años, solo un puñado de países contará con reservas de hidrocarburos, para satisfacer una demanda cada vez más creciente. Ante la imposibilidad de no encontrar sustitutos confiables alternos a los hidrocarburos, Venezuela se ha vuelto un territorio imprescindible para los intereses geopolíticos de potencias como EE.UU. Para lograr el control sobre Venezuela, EE.UU ha puesto en marcha una nueva forma de guerra conocida como de 4ta Generación.
Esta nueva categoría del conflicto, forma parte de las doctrinas que el aparato industrial/militar norteamericano, adelanta para lograr sus objetivos de dominación global. Considerando que la industria petrolera es de vital importancia para nuestro país, se vuelve una tarea urgente construir un muro de contención que la proteja. Para ello es necesario tomar en consideración: 1) la verdadera naturaleza de la Guerra de 4ta Generación (G4G), así como sus estrategias y mecanismos. 2) las particularidades antropológicas y sociológicas del mundo petrolero: la idiosincrasia de sus trabajadores, la genealogía de sus ciudades y campos, las redes de sentido establecidas hacia y desde sus límites. 3) la necesidad de establecer al interior de la propia industria, una política de preservación y defensa de cara a las acciones de desestabilización extranjera, así como una estructura orgánica que hemos denominado de Contraterrorismo Psicológico.
INTRODUCCIÓN
En su libro “Hacia una antropología de los mundos contemporáneos” Marc Augé[i], considera que algo ha cambiado en la disciplina antropológica de los nuevos tiempos. Dicha transformación forma parte de una inquietud de los científicos sociales, que puede reducirse a dos coordenadas: interés por el presente y por la sociedad moderna. Viniendo de una disciplina fundada como ciencia a finales del siglo XIX, en la cual los objetos de reflexión se circunscribían a las sociedades “exóticas” no-occidentales, principalmente colonias europeas; y a la comprensión de los procesos sociales y culturales lejanos en el tiempo que se desarrollaban en dichas poblaciones, resulta una verdadera revolución dentro de la disciplina este nuevo viraje en las motivaciones investigativas. Más allá de eso, el legítimo cuestionamiento de los antropólogos por la sociedad en la que viven, forma parte de una dimensión mucho mayor: el cuestionamiento ético y político de su disciplina. El por qué y para qué del conocimiento que producen.[ii]
Es por esta razón que apuntar el aparato crítico de la antropología sobre la sociedad venezolana, no busca sino establecer un conocimiento útil y profundo, que pueda servir para brindar claves de entendimiento sobre la situación actual que vive el país.
Este momento que llamamos “actual”, es una abstracción, un corte verbal que sobre el tiempo lanzamos para describir un contexto de conflictividad social y política que marcamos temporalmente desde el año de promulgación de la Ley de Hidrocarburos (2001) hasta el plan insurreccional llamado “La Salida” (Febrero 2014). Se encuentra caracterizado por una permanente situación de inestabilidad, cuyo signo y naturaleza no pueden alejarse de un elemento central para la sociedad venezolana: el petróleo.
El control sobre dicha fuente de energía, así como de la renta que genera, han sido los pivotes donde han girado las razones de fondo de aquellos que desean detentar el poder político en Venezuela (oposición venezolana), así como del actor que lo ostenta (Gobierno Bolivariano). Por tanto, la naturaleza de las estrategias de desestabilización como de equilibrio de la sociedad venezolana, ha estado sujeta a la lógica implícita y específica que rodea al petróleo como principal fuente de riqueza en el país y a la cultura que éste ha generado.
En este punto, es importante dejar explícitas varias consideraciones que nos permitirán centrar el análisis, a la vez que se convierten en nuestros ejes de debate: a) La característica y dimensión de la conflictividad social en el país, forma parte no de razones estructurales atribuibles al manejo de la economía o a la política, sino a un programa de guerra de cuarta generación, concebido y diseñado por institutos y organismos de inteligencia y contrainteligencia extranjeros; b) La sofisticación y eficacia del proyecto de desestabilización se apalanca en un manejo profundo y sistemático de lo que Rodolfo Quintero definió como “La cultura del petróleo”; c) La nubosidad que envuelve las tácticas y herramientas de conflictos de cuarta generación, es producto de que ésta se despliega subrepticiamente como una guerra simbólica; d) La estrategia máxima de esta guerra no es la conquista, sino la sumisión voluntaria; e) Frente a esta guerra simbólica, la mejor y mayor defensa que tienen los individuos, consiste en desarrollar una percepción ética de la existencia individual y colectiva.
LA CAJA DE HERRAMIENTAS
El abordaje de la realidad implica el desarrollo de un andamiaje previo que permita filtrar el mundo con el fin de hacerlo comprensible y comunicable. Esta ingeniería cognoscitiva y que es conocida como teoría, debe ser entendida tal y como lo hacía el filósofo Michel Foucault, como una caja de herramientas. Es decir, “se trata de construir no un sistema sino un instrumento: una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se establecen alrededor de ellas. Que esta búsqueda no puede hacerse más que gradualmente, a partir de una reflexión (necesariamente histórica en alguna de sus dimensiones) sobre situaciones dadas”[iii].
En el caso que nos ocupa, para hablar del cúmulo de técnicas y estrategias previstas en la producción de conflictividad social en Venezuela, es necesario dejar en claro, algunas nociones básicas.
Llamamos Cultura del Petróleo “a un patrón de vida con estructura y recursos de defensa propios; de modalidades y efectos sociales y psicológicos que deterioran las culturas criollas, expresados en actividades, invenciones, instrumentos, equipo material y factores no materiales: lengua, arte, ciencia”[iv]. Es por esta razón, que para abordar el conflicto social en nuestro país, lo hacemos desde y hacia la cultura, tanto aquella que es “implantada” a raíz de las políticas de modernización y desarrollo de todo el siglo XX,[v] como de la que resiste a los intentos por homogeneizar nuestra identidad[vi], vaciándola de contenidos propios. Luis Britto García (2011) lo explica de la siguiente manera: “…Balcanizados en lo político, dependientes en lo económico, polarizados en lo social, nuestros países resisten al estatuto de semi colonias gracias a su especificidad cultural. La familia, la iglesia, la escuela, la educación superior, los creadores, algunos de los medios de comunicación de masas, todavía alcanzan a transmitir un mensaje que nos define como distintos”.[vii] Esta tensión que produce la dinámica petrolera, entre alienación y reconocimiento y valoración de la cultura local, teje una compleja red de significaciones, símbolos e interpretaciones sobre la forma en que se desarrollan las instituciones políticas, económicas y sociales de Venezuela. No en vano, Rodolfo Quintero consideraba que sólo una mirada antropológica sobre el petróleo podría darnos pistas certeras sobre cultura venezolana “entendiendo que aquélla no es sólo un cuadro de costumbres, sino un sistema de vida global. Que moldea sentimientos y acciones de los hombres y los adapta a un mundo determinado”[viii].
¿Por qué nos interesa enfatizar la importancia del estudio antropológico, y mucho más, el abordaje de la cultura, para entender los fenómenos de conflicto social que tienen lugar no sólo en el país, sino en gran parte del mundo? Sencillamente porque en los nuevos manuales de formación de los oficiales del ejército norteamericano, pero también en los institutos y contratistas de investigación psicológica y social que les sirven de productor de insumos teóricos, se le está prestando cada vez mayor atención al mundo de las manifestaciones simbólicas, de las tradiciones, de las expresiones culturales (literatura, artes, música), del lenguaje, como instrumentos y vehículos para activar y profundizar acciones bélicas. Se trata de la percepción que tienen los analistas militares de la guerra popular de liberación. De cómo los académicos y analistas militares explican las causas de las derrotas que los pueblos de Vietnam, Iraq y Afganistán, le propinaron y le propinan al ejército más poderoso del mundo”[ix].
La doctrina militar norteamericana, específicamente desde el aporte teórico de William Lind quien publicase en 1989 el artículo “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”[x] , entendió que las nuevas guerras no iban a librarse entre ejércitos estatales, formales y tradicionales, sino entre estos y grupos irregulares no estatales, como sucedió en Vietnam (1959) o en Afganistán, donde guerrillas islámicas (muyahidines) capacitadas por EEUU le hicieron frente al ejército de la Unión Soviética. En este sentido, el aparataje militar-industrial estadounidense asimiló las prácticas de combate utilizadas contra sus propias fuerzas y las “domesticó” para sus fines particulares. Vemos, en este sentido, ejemplos paradigmáticos como el caso de la invasión a Libia (2011) o la “guerra civil” en Siria donde mercenarios extranjeros, contratados por EEUU son puestos a luchar contra los ejércitos regulares de dichas naciones, utilizando las tácticas propias de la guerra irregular o de guerrillas (asimetrías, terrorismo, desinformación, operaciones psicológicas)[xi].
La G4G podría considerarse un compendio, o el punto de confluencia de una serie de interpretaciones novedosas en cuanto a cómo hacer la guerra. En dicha categoría convergen: la guerra psicológica, la guerra asimétrica, la guerra de baja intensidad y la guerra sucia; y aunque cada una por separado tienen antecedentes antiquísimos, las innovaciones de tecnologías (cibernéticas, acústicas, biológicas) aunadas a nuevas ideologías políticas le dotan de un poder nunca antes visto.
En este último aspecto, la teoría de la G4G contiene los siguientes elementos: “1) El conflicto ya no es ideológico sino fundamentalmente cultural. 2) El choque de civilizaciones es la característica de las guerras en la actual etapa histórica. 3) La confrontación en curso e inmediata, es entre el modelo de desarrollo occidental y sus antítesis. Especial relevancia tiene la beligerancia creciente entre la modernidad occidental y sectores del fundamentalismo islámico (visto como "barbarie"). 4) La disputa se muestra como especialmente religioso-cultural (Islamismo versus Cristianismo), pero es en realidad de orden civilizatorio en la perspectiva de Morín. 5) Reaparecen los conceptos de civilizado y bárbaro. La teoría de la guerra de cuarta generación se sustenta en el estudio del desarrollo de occidente en los últimos 500 años”[xii].
Para los fines del presente artículo, nos enfocaremos en la Guerra Psicológica, por considerar que a pesar de tener amplia difusión mediática, su tratamiento analítico continúa navegando en el nivel fenomenológico, sin dejar al descubierto los íntimos mecanismos que la motorizan y que provocan devastadores efectos colectivos e individuales.
Por Guerra Psicológica definimos “…un plan de acciones psicológicas bien meditadas, dirigidas a influir, en tiempo de guerra o emergencia declarada, en las emociones, actitudes y conducta de grupos enemigos, neutrales o amigos extranjeros de modo que favorezcan los objetivos nacionales” (Merino, 1982).
Es importante aclarar que lo que se conoce vulgarmente con el nombre de Operaciones Psicológicas, y que se suele confundir con la Guerra Psicológica, son acciones que, como la propaganda, van dirigidas “a exaltar emociones en los componentes de un grupo social, con el fin de influir en las opiniones, actitudes y conducta del mismo, modificando aquéllas en el sentido que favorezca los objetivos del grupo o nación que las realiza”[xiii].
El sociólogo Carlos Lanz ha hecho importantes contribuciones para desentrañar no sólo las continuas operaciones psicológicas implementadas contra Venezuela y el gobierno del presidente Hugo Chávez y más recientemente, del presidente Nicolás Maduro, sino para revelar las instituciones encargadas de concebir los planes de desestabilización psíquica y social. Una de ellas, el Rendon Group, se presenta como una empresa dedicada a las “comunicaciones estratégicas” y “consultoría política”, pero en la práctica funciona como una oficina de relaciones públicas que maneja mediáticamente las campañas bélicas que emprende EEUU.
José Carreño Carlón, lo describe de esta manera: “John W. Rendon, del Grupo Rendon (la compañía de RRPP contratada por la CIA para promover globalmente la idea de invadir Irak y deponer a Saddam Hussein), se presenta –esto es textual- como un profesional que usa la comunicación para instrumentar políticas públicas y cumplir objetivos políticos corporativos. De hecho, así resume su papel en el campo de la comunicación: soy un guerrero de la información y un gestor de percepciones. O administrador de percepciones. O manejador, o incluso manipulador de percepciones. Todas éstas podrían ser traducciones posibles de perception manager, como se llama Rendon a sí mismo y como se hacen llamar otros profesionales en la materia”[xiv].
Otro actor en la guerra psicológica contra Venezuela, quizá mucho menos conocido, viene a ser el Instituto de Tavistock de Relaciones Humanas. Al igual que el Rendon Group se presenta como una organización sin fines de lucro que, a través de las ciencias sociales, se dedica “al estudio de las relaciones humanas con el propósito de mejorar la vida laboral y las condiciones para todos los seres humanos dentro de sus organizaciones, las comunidades y las sociedades más amplias ya la influencia del medio ambiente en todos sus aspectos en la formación o el desarrollo del carácter o la capacidad humana”[xv]. Lo que no expone Tavistock en su portal web y que sí lo refleja en detalle el investigador Minnicino (1974) en su artículo “Low intensity operations: The Ressian Theory of War”[xvi], es la conexión de dicho grupo con la CIA y la familia Rockefeller, con el fin de atacar psicológicamente los distintos grupos sindicales que se formaron en los EEUU y Europa antes y después de la segunda guerra mundial.
Volviendo al caso del Rendon Group, Carlos Lanz expone que las tareas de dicha organización emprendidas en Venezuela intentaron (e intentan) “a.- En lo inmediato, alcanzar una disociación psicótica en el individuo, polarizando las emociones, generando miedo o rabia b.- Pero más a largo plazo, se trata de modificar conducta, cambiar actitudes, sembrar valores. c.- El bombardeo sistemático con señales, símbolos o signos, tiene un efecto acumulativo que puede conducir a la persona disociada a convertir una mentira en verdad”[xvii].
Gran parte de las operaciones psicológicas se llevan a cabo utilizando los medios de comunicación de masa y en específico, dos técnicas muy conocidas en el mundo de la información: la “agenda setting” (McCombs y Shaw) como elaboración y selección de noticias que manipula al agenda pública y el enfoque del “Newsmaking” (Mauro Wolf) como producción de noticias.
La teoría de McCombs sobre la Agenda Setting sostiene que “unos temas priorizados y jerarquizados, repetidos y difundidos en profundidad por diversos medios, pueden llegar a ser creídos y defendidos, sobre todo si se cuenta con prejuicios que los refuercen o subyacen opiniones previas condicionadas. En este caso, la saturación con distorsiones informativas genera “percepciones” relacionadas con la intensidad de la exposición con los temas generadores, las técnicas psicológicas y el empleo de medios eficaces: televisión, radio”.[xviii]
Recordemos en este sentido, algunos temas recurrentes que fueron expuestos durante los años de mandato del Presidente Chávez y que sirvieron como plataforma de trabajo psicológico tanto para aquellos que apoyaban al presidente como para los que no: “1.- La concentración del poder, el autoritarismo del gobierno y la ausencia de autonomía de las instituciones: CNE, TSJ, AN, entre otras. 2.- Ineficiencia y corrupción en la administración pública 3.- Incremento de la delincuencia e inseguridad jurídica. 4.- Deterioro de las condiciones de vida y de trabajo: insalubridad, déficit de vivienda, fallas en el servicio de transporte, pasivos laborales, etc. 5.- Conexión con el narcotráfico y la guerrilla. 6.- Cubanización y vínculos con naciones forajidas”[xix].
Estos temas permanentes dentro de las agendas noticiosas de los medios de comunicación se apalancan en el NewsMaking, es decir en cómo “los propietarios de los medios, los anunciantes o los operadores psicológicos, pueden incidir en el conjunto de la producción de la noticia: 1.-Pueden determinar su importancia y el tratamiento periodístico 2.-Del mismo modo, pueden enmascarar la fuente y su validación 3.-Y finalmente, pueden generar interpretaciones que no pueden ser refutadas al anular la capacidad crítica y el escrutinio público de los receptores, se puede monopolizar la información como poder: - la selección de los temas que hay que publicar. - La conversión de lecturas sesgadas de la realidad en noticias. De esta manera, nos dice Carlos Lanz: “la agenda privada termina convirtiéndose en la agenda de lo público”.
Podríamos agregar que además, aquello que debe ser información, termina convertida por distintas motivaciones económicas o políticas, en propaganda, considerada ésta como “el elemento primario de las operaciones psicológicas” y definida en los manuales de inteligencia como el “proceso de comunicación, por medio del cual una persona o grupo trata de influir en los gustos ideas, sentimientos y emociones de otras personas, con el fin de modificar sus actitudes y dirigirlas hacia una conducta que favorezca los fines e intereses de los primeros”.[xx]
Cualquier persona con una mediana información sobre estos procedimientos y con un mínimo de interés por escudriñar cómo se constituye la “agenda noticiosa en Venezuela”, tropezará de inmediato con la estructura y lógica de la operación psicológica implementada contra el país. Pongamos por ejemplo, el caso de la matriz informativa presentada contra Nicolás Maduro a partir de su proclamación como Presidente de Venezuela. Dicha matriz constaba de tres componentes básicos: la duda sobre las elecciones en las que resultó ganador (Ilegitimidad); la sospecha de que Nicolás Maduro no fuese venezolano (Ilegalidad); la denuncia acerca de las pocas o nulas capacidades para gobernar el país (Incompetencia). Anunciada por actores políticos de la oposición venezolana (Leopoldo López, María Corina Machado), políticos y asesores extranjeros (Álvaro Uribe Vélez, Guillermo Cochez y J.J Rendón), expertos y analistas políticos (Jesús Petit Da Costa), esta matriz fue replicada masiva y permanentemente a través de todos los medios de comunicación de masas: televisión, radio, prensa, redes sociales digitales. Todo ello, sin aportar pruebas y menos aún, sin responder ante instituciones como la Registraduría de Colombia, que en múltiples oportunidades declaró no contaban con ningún documento que avalara dichas acusaciones[xxi], obviamente, en cuanto a la ciudadanía del mandatario. Pero como se trata de una guerra, lo que menos importa es determinar la veracidad de los enunciados que forman parte de las operaciones psicológicas. Lo que se busca es saturar a la opinión pública con informaciones distorsionadas, para que aplique el conocido adagio de “una mentira dicha mil veces, termina convirtiéndose en una verdad”.
Estos métodos de la G4G no son nuevos, y mucho menos nuevo es el aporte de las ciencias sociales, especialmente la antropología y sociología, en el diseño de campañas destinadas a crear zozobra y caos en una determinada sociedad. El Proyecto Camelot, fue un plan ideado por la Oficina de Investigación de Operaciones Especiales de la Universidad Americana de Washington, brazo académico y colaborador de la CIA y el Departamento de Estado de los EEUU, para destinar un grupo de científicos sociales a Chile (1964) con el fin de adelantar estudios que permitieran “1.- Elaborar procedimientos para determinar el potencial para una guerra interna en las sociedades nacionales. 2.- Identificar con un creciente grado de confianza las acciones, que un gobierno deba tomar para eliminar las condiciones que se piensa originan una guerra interna en potencia, y 3.- Determinar la posibilidad de prescribir las características de un sistema, para obtener y emplear la información necesaria para realizar los dos objetivos anteriores”[xxii]. El plan fue cancelado en julio de 1965, por diferencias entre el embajador norteamericano destacado en Chile y el Departamento de Defensa de los EEUU, así como por críticas de los distintos grupos políticos y sociales de Chile que fueron recogidos por los distintos medios de comunicación.
Lo importante de este antecedente, en primer lugar, es que las ciencias sociales[xxiii], en este caso, la sociología y la antropología, siempre han servido para desarrollar insumos científicos para los planes políticos y militares de potencias como la norteamericana[xxiv], aunque también cabría destacar al Reino Unido y a Francia[xxv], por sólo citar unos pocos ejemplos. En segunda instancia, a pesar de haber sido cancelado, el proyecto Camelot[xxvi] arrojó los suficientes datos como para que el gobierno de EEUU, previera la llegada al poder de Salvador Allende. Posibilitó el diseño y conceptualización de un plan de Guerra Psicológica contra el pueblo chileno, muy parecido a la conflictiva coyuntura económica y social que se vive en Venezuela desde el año 2013, agudizada a partir del plan insurreccional de la oposición venezolana puesto en marcha el 12 de febrero de 2014[xxvii].
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD, NO ES MERA COINCIDENCIA
En 1972, un año antes del derrocamiento y posterior asesinato del Presidente legítimamente electo, Salvador Allende, la Secretaria de su Gobierno publicó un documento titulado “Los Documentos Secretos de la ITT (Internacional Telephone and Telegraph Corporation)[xxviii], el cual recoge una serie de cables confidenciales entre los diferentes funcionarios políticos y militares del gobierno norteamericano, en los cuales se habla detalladamente de la “situación chilena”, de la preocupación de que dicho país se convierta al comunismo y por último, de las acciones emprendidas para acabar con el gobierno de Allende.
Creemos que dicho documento es de suma importancia para el análisis de coyuntura en Venezuela, y merece un artículo por sí solo. Sin embargo, no podemos dejar pasar algunos aspectos fundamentales que transcribiremos de inmediato.
Los documentos del ITT, aportan claridad sobre los esfuerzos del gobierno de EEUU, en complicidad con políticos y militares chilenos, para evitar que Salvador Allende fuese Presidente de la República. Argumentaron una sincera preocupación porque Chile entrara “dentro de la esfera de control de URSS o Cuba”, por lo que se plantearon las siguientes medidas: “Que nosotros y otras firmas norteamericanas en Chile, inyectemos algunos avisos al Mercurio (Periódico anticomunista); que ayudemos a colocar otra vez algunos propagandistas en Radio y Televisión; que instamos a la prensa clave europea, a través de nuestros contactos allá, para que publiquen la versión de los desastres que caerían sobre Chile si Allende y Cía., ganaran este país”[xxix] (Subrayado nuestro).
La situación venezolana (primera y segunda década de siglo XXI) termina convertida en una especie de copia y calco de la situación vivida por Chile (década del 70), al profundizar un poco más sobre las estrategias aplicadas contra el gobierno de Salvador Allende. Veamos en este sentido, las comunicaciones entabladas entre funcionarios de la embajada norteamericana y del Departamento de Estado: “La idea presentada (…) es aplicar presión económica: (…) Los Bancos no deben renovar los créditos o deben tardarse en hacerlo; Las compañías deben arrastrar los pies al entregar dinero, hacer entregas, despachar repuestos. (…) [Se busca] ayuda adicional dirigido a inducir un colapso económico”. Más adelante, se explica que al estar confirmadas las suposiciones de que Allende no puede ser derrotado electoralmente, la única esperanza es “que una economía en rápido deterioro (corridas bancarias, quiebra de fábricas) provoque una ola de violencia que resulte en un golpe militar”[xxx].
Luis Britto García considera que “La Guerra es la continuación de la Economía, por otros medios. (…) Hubo Guerra Económica contra toda revolución, incluso burguesa: contra la Inglesa, contra la Francesa. También contra las Revoluciones de verdad: contra la Soviética, la China, la Cubana, la Vietnamita, la Sandinista. Todas enfrentaron sabotaje y bloqueo. Hubo Guerra contra el demócrata Salvador Allende. Henry Kissinger juró que haría ‘llorar de miseria’ a los chilenos. Los acaparadores crearon desabastecimientos estratégicos, las damas de la oligarquía tocaron cacerolas, sindicatos suicidas lanzaron huelgas contra el gobierno que protegía sus derechos. Allende fue asesinado con tres mil chilenos más; a la población restante se le retiró seguridad social, educación superior gratuita, derechos laborales y libertad”[xxxi]. Fue este el final del Gobierno socialista de Allende.
El objetivo de la guerra económica, no es más que la desestabilización psíquica. Provocar el desasosiego, la inseguridad hacia quienes tienen la responsabilidad de garantizar el bienestar de la población[xxxii]. Estas campañas son constantemente exaltadas y manipuladas a través de los medios de comunicación, con el objetivo de promover incertidumbre permanente, y sobre todo distorsionar las distintas responsabilidades. Por ejemplo, el mismo Luis Britto García recalca que en el caso venezolano, donde gran parte de la producción y la distribución recae en el sector privado, las campañas mediáticas continuamente victimizan al empresario, en detrimento de la imagen del gobierno nacional quien constantemente es visto como el victimario[xxxiii].
En todo caso, lo que deseamos dejar asentado, es que muchos de los fenómenos de conflictos sociales, constituyen engranajes de planes de Guerra Psicológica, cuya mayor ventaja es parecer difuminados, absolutamente invisibles. Dicha capacidad para transparentarse, tiene que ver con la manera en que se diseñan dichas campañas, sus conceptos y objetivos. Utilizando un amplio conocimiento de la cultura de la sociedad, de sus símbolos, de la manera en que esta interpreta los hechos del mundo, es posible filtrar ideas, discursos, opiniones haciéndolas pasar como “el sentir de un pueblo”, como “la opinión pública”, como parte del “sentido común”.
En el caso de ámbitos de la sociedad como la economía y la política, pero también la educación, la religión, la sexualidad, se apela a un mecanismo que el sociólogo Edgardo Lander ha reconocido como la “naturalización de las relaciones sociales”. Dicho mecanismo, no es otra cosa que la puesta en marcha de una compleja red de conocimientos y valoraciones, acerca del “deber ser” y de la aceptación de “lo que es”, gracias a que la ciencia, la tradición o el tabú lo han dictaminado de esa forma.
Un caso muchas veces citado por Lander, tiene que ver con los modelos económicos, o las formas políticas que privan en las sociedades occidentales. Considerados en su dimensión global, el capitalismo (en su versión neoliberal) y la democracia burguesa, han sido expuestos como los patrones hacia donde la historia indefectiblemente nos ha llevado, y por tanto, han de ser considerados como formas depuradas del camino correcto. La dificultad para debatir alternativas a estos modelos, estriba en que no se evalúa la dimensión simbólica, histórica y localizada de estos modelos, es decir, no se atiende a que dichas maneras de organizar la economía y la sociedad, no constituyen formas últimas y definitivas, y mucho menos que forman parte de una “naturaleza” humana, sino que son proyectos específicos que se han venido asentando gracias a una serie de configuraciones y coyunturas específicas que les han permitido su mantenimiento. Lander lo explica apoyándose en la dificultad para debatir modelos alternativos al neoliberalismo dentro de las ciencias sociales. La razón estriba en el hecho de que el mismo ha sido “confrontado como una teoría económica, cuando en realidad debe ser comprendido como el discurso hegemónico de un modelo civilizatorio, esto es, como una extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida”[xxxiv].
La eficacia de las operaciones psicológicas, estriba en determinar claramente cuál es la vulnerabilidad psicológica del grupo “blanco” (target), al cual se pretende atacar, pero en una escala de abstracción global podríamos decir, que el éxito de la Guerra Psicológica, se encuentra en desarrollar a corto y largo alcance una correcta Guerra Simbólica. ¿Qué queremos decir con esto? Que la sociedad venezolana, tal y como lo ha planteado Rodolfo Quintero y otros investigadores como Tinker Salas[xxxv], o Salvador de la Plaza[xxxvi], se encuentra imbuida en la “Cultura del petróleo”, que “procura hacer del venezolano un hambriento del confort y símbolos, cuya preocupación esencial [es] comprar y consumir, crearle mentalidad consumidora: que trabaje y ame como consume, de forma enajenada. Convertirlo en habitante de un mundo donde la personalidad se conciba como un artefacto que no debe gastarse, y para conseguirlo lo mejor es no usarlo, automatizando las emociones”.[xxxvii]
No es casualidad que las acciones de desestabilización que hemos atendido durante los últimos quince años en el país, versen sobre la simbología que arropa la idea de la buena vida, es decir, sobre la noción neoliberal del buen vivir. Como hechos comunicacionales se encuentran las distintas campañas que se lanzaron contra el presidente Hugo Chávez, para que el pueblo venezolano, pero específicamente el sector más vulnerable psicológicamente, la clase media, sintiesen amenazadas sus formas o expectativas de existencia. Desde la mentira originaria en la que el presidente Chávez freiría “la cabeza de adecos y copeyanos”, burdo montaje de campaña sucia, pasando por la idea que “Chávez quitaría la patria potestad de los niños y niñas en Venezuela” (Reedición del plan Peter Pan lanzado contra Cuba)[xxxviii], hasta las particularmente feroces campañas de propaganda contra la Reforma Constitucional del año 2007, en la cual a través de spot publicitarios se intentó (con éxito en muchos casos) que la población creyese que el gobierno nacional acabaría con la propiedad privada, que instauraría una dictadura, se le diría a la gente qué comprar o qué comer. Núcleos principales del discurso burgués de concepción del “deber ser de una sociedad” (Libertad, Propiedad, Democracia). [xxxix]
Es a través de un análisis antropológico, centrado en la cultura y los símbolos que es posible llegar a discernir con verdadera amplitud, las dimensiones de la G4G contra Venezuela. De otro modo, solamente estaríamos disponiéndonos a inventariar acontecimientos y efectos, sin tener la capacidad de prospectiva con el fin de hacerles frente.
RETOS Y PERSPECTIVAS: EL MUNDO PETROLERO Y EL CONTRATERRORISMO PSICÓLOGICO (SIMBÓLICO)
Ahora bien, con las limitaciones que impone esta clase de exposiciones, creemos necesario, por ser un sector estratégico para el país y sometido a una particular forma de organización, de símbolos específicos, de subcultura empresarial y laboral, prestarle atención a cómo se ha desarrollado la Guerra Psicológica contra PDVSA.
Como objetivo primario dentro de las expectativas de dominio imperial, al menos desde los inicios del siglo XX, la industria petrolera venezolana ha tenido un desarrollo que le ha permitido convertirse de algún modo en un sector no sólo vital de la economía venezolana (su principal motor), sino además, en la principal plataforma de cara al desarrollo futuro del país. Con una historia propia, y con influencia extranjera, principalmente norteamericana, los modelos de organización, las dinámicas laborales (con sus sistemas de recompensa e incentivos), los lenguajes, los códigos de conducta, sus objetos de investigación, sus decisiones y planificación corporativa, la geometría y dimensión de los campos y ciudades petroleras, se encontraban atravesadas de una cosmovisión muy particular que modeló no sólo a la empresa, sino a los trabajadores dentro de ella. Lemas populares como “la élite de la industria”, los “high flyers”, “gestión de primer mundo, en un país subdesarrollado”, etc, vinieron a enclavarse en la ética del trabajador petrolero en una especie de “apartheid invisible”, donde la división de niveles directivos, gerenciales y hasta obreros daban una idea bastante clara de cuál era la noción que desde la industria se tenía de su relación y responsabilidad de cara al país.[xl]
Cuando el presidente Chávez tomó la decisión de ejercer su papel rector en PDVSA, era previsible que la crisis institucional tuviera lugar y derivara (con la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, 2001), en el golpe militar de abril de 2002, y (con el nombramiento de un presidente de PDVSA y la destitución de la antigua junta directiva), en el paro-sabotaje petrolero de diciembre 2002 - febrero de 2003.
Comenzaron a surgir entonces los primeros intentos de ataque psicológico contra la industria, en especial contra sus trabajadores. Este plan de desestabilización, a nuestro juicio, tiene una serie de elementos que iban directamente a 1.- Bombardear la moral del trabajador; 2.- Promover la ruptura emocional y ética con su responsabilidad laboral; 3.- Disociar la capacidad para aplicar el instinto de preservación; 4.- Evitar cualquier forma de empatía con sus iguales (desintegración de la conciencia de clase).
Todos estos objetivos, fueron implementados a través de una amplia, masiva, permanente campaña de propaganda que usó todo el arsenal mass-media para provocar en la sociedad, pero sobre todo en el sector petrolero, un fenómeno conceptualizado por el psiquiatra Erick Rodríguez Miéres como Disociación Psicótica y que define “las conductas de intolerancia, agresividad, hostilidad, de un estado emocional lábil, con una visión aislacionista y poca actitud para reflexionar sobre la realidad y formarse un juicio propio de ella a partir de analizar varias fuentes de información”[xli]. Lo que aún continúa siendo tema de estudio, y que forma parte del programa de investigación sobre “Las Estructuras Elementales de la Guerra Simbólica”, lo constituye no sólo la herramienta (mass-media) o los efectos de la propaganda (disociación psicótica), sino la arquitectura cultural a la que van dirigidos los ataques de psicológicos. Los símbolos que forman parte de los objetivos bélicos.
Gracias a los aportes de científicos sociales e investigadores, como Rodolfo Quintero, Luis Britto García, Silvana Caula[xlii], Federico Brito Figueroa[xliii], conocemos que la creación de la Escuela de Sociología y Antropología de la UCV en los años 50, fue apuntalada por sociólogos norteamericanos que deseaban estudiar la realidad social del país, con el fin de implementar los programas de Cambio Social y modernización auspiciados por Washington y dirigidos a toda América Latina con el impulso de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina). Instituciones como el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), creado en Venezuela en el año 1961, fue cuestionado por que patrocinaba investigaciones sociológicas al mejor estilo del plan Camelot.[xliv]
Por tanto no resulta un despropósito advertir, que el Plan de Guerra Psicológica contra Venezuela, y que se desarrolla desde que el Presidente Chávez asume el poder en 1999, forma parte de un elaborado estudio científico sobre la realidad venezolana, que viene consumándose desde la segunda mitad del siglo XX. Sólo de esta manera entendemos la eficacia del plan, si no en la toma total del poder, al menos sí en lo que respecta a causar una profunda y traumática división entre la población venezolana que apoya el proyecto revolucionario y aquellos que lo adversan.
En este sentido, es posible considerar que las categorías-objetivo simbólicas que se encuentran en los tableros de planificación de las instituciones de inteligencia y contrainteligencia del gobierno de EEUU y de otras muchas empresas transnacionales con intereses petroleros, y que forman parte de la agenda de terrorismo y manipulación psicológica contra nuestro pueblo, no son de escogencia azarosa sino que se derivan de un detallado programa de investigación cultural que amerita mayor atención.
Dichas categorías no son más que “campos de batalla” donde se desarrollan operaciones específicas, con el fin de hacer blanco en su objetivo central: la sumisión del venezolano ante las pretensiones externas de controlar la reserva de crudo más grande del planeta tierra. Pasemos a explorar algunas de ellas:
El discurso de la Meritocracia: Según Erick Rodríguez Miéres, esta noción forma parte de la estrategia psicológica utilizada contra el sector petrolero. La eficacia de estas operaciones, tal y como lo explica Carlos Lanz, tiene que ver con la posibilidad de que la idea que se pretende implantar, halle un suelo fértil de prejuicios previos y preconcepciones sobre la vida, que apoye la nueva idea. En este último caso, la doctrina de “espíritu de cuerpo” establecida como un concepto de la ciencia corporativa de la PDVSA de los años 70, 80 y 90, y la condición de etnocentrismo cultural, promovida por los medios de comunicación social, donde la cultura occidental (especialmente norteamericana y europea) establecía la norma de lo considerado “bueno” y “correcto”, sirvieron de situación provechosa para catapultar la “Meritocracia” como dios de culto de aquellos que se oponían a las nuevas directrices emanadas por el presidente Hugo Chávez.
Según Erick Rodríguez Miéres, Meritocracia no viene a ser más que la actitud asumida por un grupo de trabajadores petroleros que “se consideraban superiores por sus condiciones intelectuales y su status, imbatibles e indispensables y cumplieron el proceso de inoculación mediática, paralizando la industria”[xlv].
En el libro Testimonios del rescate de PDVSA (II), encontramos las palabras de Silvana Sapotelli, trabajadora de AIT PDVSA-PEQUIVEN, quien exponía sus impresiones sobre la “cultura corporativa” formada en la industria durante todos los años de influencia norteamericana: “el trabajador petrolero en su mayoría era un empleado que pensaba en sí mismo, en su propio beneficio, en su adiestramiento, en sus viajes al exterior, en sus vacaciones y dónde las iba a pasar, en el crédito del carro que le iba a dar la empresa o de vivienda, cero conciencia de lo que estaba pasando fuera de las puertas de la empresa o de lo que sucedía al nivel del país o de la sociedad. Eso a mí siempre me pareció que no era lo adecuado, definitivamente había demasiados mecanismos establecidos desde los más altos niveles para que eso fuera así” [xlvi].
Estos mecanismos de los que habla Silvana Sapotelli, los reconocemos como una parte, una expresión particular de una cosmovisión mucho más amplia e invisible, que Edgardo Lander reconoce como la matriz colonial del saber y el poder[xlvii] occidental. Para Lander, el conocimiento que se produce en las instituciones educativas como las universidades occidentales específicamente de países como EEUU, Francia, Inglaterra o Alemania, y que son reproducidos de manera automática en las instituciones educativas periféricas, como en Venezuela, por ejemplo, son cuerpo de saberes que generan al menos tres efectos sociales: 1) Separar el hombre de la naturaleza (En lo ético, en lo técnico, etc.), 2) Dividir socialmente a la población. 3) Esconder bajo el manto de “Ciencia/Verdad” una cosmovisión neoliberal de la vida, cargada de apreciaciones sobre cómo deben ser-organizarse-producir los hombres y mujeres en sociedad. Esta carga poderosa que define en los sujetos la manera en que entenderán el conjunto general de su existencia y su papel en ella, como seres colectivos, unidos al planeta Tierra, a la vida de otros seres humanos, es completamente opaca y debe ser puesta en cuestionamiento permanente.[xlviii]
La construcción simbólica del discurso de la Meritocracia (usado por la junta directiva de la industria petrolera durante la época de conflicto entre PVDSA-Gobierno Nacional, 2002-2003), se apoyaba en la lógica de que los méritos alcanzados por los empleados gerenciales y directivos, y que constituían una mezcla de conocimientos técnicos más experiencia laboral, debía ser razón suficiente para que el Estado venezolano no interviniera dentro de las decisiones de la industria.
Lo que escondía este discurso en el fondo eran dos elementos básicos. En primer lugar, tal y como lo indica Rafael Ramírez (2005), la división y clasificación arbitraria de los trabajadores petroleros, así como su posibilidad de ascenso en la industria no estaban precisamente en los méritos, sino en la posición de éstos frente a las políticas de privatización: “el que estaba en contra de esas políticas lo sacaban de PDVSA. Así de sencillo. Se inventaron varias formas en el sistema de evaluación, varias terminologías. Te veían, por ejemplo, que tenías ciertas ideas y te decían: ‘tú no tienes potencial’ y te ibas quedando, y te iban evaluando. ‘4’, y no salías de un ‘4’; pero veían a otro señor que estaba de acuerdo con esas políticas, con el outsourcing, con la privatización: ‘caramba, pero qué potencial tienes tú’… Y no salía de ‘1’ o un ‘2’. Así empieza a moverse toda una cultura en torno a eso. Incluso a mí me causaba gracia porque hablaban como esos puertorriqueños que viven en Nueva York, Estados Unidos, que hablan medio inglés, los high flyers, que tenían alto vuelo, es decir, los gerentes que estaban de acuerdo con la Apertura Petrolera y los premiaban. Había aquí unos comités llamados el RYDE (Remuneración y Desarrollo Ejecutivo), donde día a día se reunían e iban preparando esos grupos que después fueron tomando el control de la empresa”[xlix].
El segundo encubrimiento tal y como lo indica Sapotelli es el siguiente “…aquí siempre hubo discriminación con la gente de bajos recursos y hacia los negros. No es coincidencia pues, definitivamente, había unos prejuicios fortísimos con relación a eso y cuando se da la elección de Hugo Chávez como Presidente, de ahí en adelante comenzó todo el proceso de desacreditarlo como una persona de bajo nivel, ignorante, negra, cara de mono que no tenían ningún sentido, porque no eran argumentos para objetar un gobierno.”[l]
La investigadora chilena, Muñoz Aravena, argumenta en contra de los llamados sistemas de evaluación administrativos basados en la “Meritocracia”, que aun cuando se presentan como los más “justos y legítimos” para dar cuenta del mejor trabajador, puede producir o acentuar “una situación de desigualdad, si el país no ha garantizado igualdad de oportunidades para todos y todas las personas que habitan su territorio. Como por ejemplo en la educación y su calidad, por cuanto pudiese ser que quienes tienen los méritos resulten ser aquellas personas provenientes de sectores privilegiados económicamente que les han permitido acceder a una mejor educación”.[li]
Convendría en este sentido, leer el informe realizado por la UNESCO en el marco del programa Educación Para Todos[lii], hecho en el año 2000, en el cual se realiza un detallado balance de los altos índices de exclusión educativa vividos en Venezuela durante los años 90, y como dicha situación fue solventada por el gobierno del presidente Chávez, hasta el punto en que en el año 2010, Venezuela es reconocida por la propia UNESCO como “el quinto país en el mundo con mayor matrícula universitaria y segunda de Latinoamérica”[liii].
La vergüenza de los orígenes: asociado al discurso anterior, tenemos que una de las formas más eficaces que ha logrado el pensamiento occidental-neoliberal para influir en los individuos, tiene que ver con la implementación del discurso del progreso.
Influenciados principalmente por la impronta de los filósofos del Iluminismo, pero esencialmente por Hegel, la historia, que no es sino la historia de Europa (por supuesto no la de la Europa Oriental) la de sus reyes y feudos, la de sus logros, la de sus conquistas y colonias, avanza desde las maneras de organización más primitivas, hasta estadios superiores donde se desarrolla plenamente el espíritu universal o fin de la historia. Esta superioridad, es parte de la cultura europea “producida a partir del siglo XVI y luego de la conquista de América, que ha tomado el nombre de ‘modernidad’.”[liv]
Esta noción se encuentra impregnada por la idea de que los europeos occidentales y las sociedades derivadas, como Estados Unidos, “imaginaran ser la culminación de una trayectoria civilizatoria desde un estado de naturaleza, (…) pensarse como los modernos de la humanidad y de su historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie”[lv].
La modernidad se constituyó en el imaginario occidental y por tanto se filtró hacia todas sus producciones sociales (ciencias, artes, filosofía, economía, política). Acompañó y acompaña los discursos de la teoría del desarrollo que apalancaron instituciones como la CEPAL en América Latina, y que formaron parte de los planes de modernización de muchos gobiernos (comenzando por el dictador Marcos Pérez Jiménez) apoyado por científicos sociales y centros de educación universitaria.
La teoría de modernización, implicaba que la sociedad venezolana debía enrumbarse hacia los modelos de “aquellos más avanzados” como Norteamérica o Europa. Los planes formaron parte integral de las políticas públicas del país, pero también impregnaron la vida cotidiana, motorizados por los medios de comunicación, quienes mostraban formas de consumir, de vivir, de producir que diferían totalmente de nuestras tradicionales expresiones culturales, y que terminaron por imposición, convirtiéndose en nuestros modelos. Lo nuevo, y por tanto, lo considerado correcto, iba a contracorriente de lo que constituía nuestra identidad cultural (asociada ésta al atraso y primitivismo de las costumbres). Ser moderno era estar con el futuro, con aquello que transmitía la televisión como la prosperidad. De esta filosofía estaban impregnados los discursos políticos, el conocimiento científico, las decisiones y escogencia de las carreras que se estudiaban. Abarrotados de las ideas del “tiempo es dinero”, obsesionados por el estatus, por seguirle los pasos a los estereotipos de las telenovelas: el empresario, el hombre de oficina, el del vehículo último modelo, considerados todos ejemplos del éxito.[lvi]
Si a este constructo, le agregamos los planes de “corporativización” que la filosofía gerencial norteamericana, imponía en la industria petrolera, teníamos un caldo de cultivo de excelente factura, para alienar[lvii] por completo los trabajadores petroleros, sacándolos no sólo de sus raíces, sino haciéndolos sentir vergüenza por identificarse con ellas. No en vano, la ingeniería social bajo la cual se concibieron los campos petroleros, imponían a los trabajadores venezolanos asumir las reglas y costumbres extranjeras como imperativo para pertenecer a la industria. El ascenso dentro de la misma, estaba marcado, por la aceptación de dichas reglas.
Invisibilización del conocimiento sobre el Petróleo: Los esfuerzos recientes hechos por PDVSA por rescatar y editar documentos importantes como: El informe del Comisario de PDVSA de 1999 y 2000 (Rafael Ramírez Coronado), De la Nacionalización a la apertura petrolera (Gastón Parra Luzardo), Hundiéndonos en el excremento del diablo (Juan Pablo Pérez Alfonso), La cuestión petrolera y Petróleo subversivo (Bernard Mommer), Historia y retos del petróleo en Venezuela (Salvador de la Plaza), además de una serie de documentos técnicos, políticos y jurídicos sobre la Apertura Petrolera, los Convenios Operativos, etc; demuestran un enorme interés por hacer llegar al pueblo venezolano información sobre la historia y desarrollo actual de la actividad petrolera, muy al contrario de lo que significó “el apagón informativo” y la propia desinformación que fue moneda corriente en PDVSA hasta la llegada del Presidente Hugo Chávez.
No podría llamarse coincidencia, al hecho de que en los textos escolares, en los programas de formación de las escuelas, institutos y universidades, el tema petrolero (a excepción de algunas carreras relacionadas directamente con la actividad, como la ingeniería y algunas ciencias como la química y la física) no sea tratado a profundidad y hasta evadido por completo. En un país como Venezuela, donde el aparato económico y social del país, se mueve gracias a la potencia que ejerce el negocio petrolero, resulta inaceptable que este no sea un tema medular en la educación de todos los ciudadanos venezolanos.
Hablamos de desconocimiento tanto de la historia de la actividad petrolera, como del negocio en sí mismo, pero apuntando con más precisión, también nos referimos (y con mucha preocupación) al escaso interés que muestran de todas las áreas del saber (especialmente las ciencias sociales) en dedicarse a estudios prospectivos que arrojen luces sobre cómo se desarrollará la relación petróleo-sociedad en los próximos veinte o cincuenta años.
La mayor eficacia que han tenido las operaciones de desinformación y manipulación psicológica hacia la población venezolana, se apoya sustancialmente en esta debilidad. Apoyándose en detallados análisis sobre el imaginario simbólico venezolano, que les permite apuntar a las áreas más sensibles de los códigos emotivos del venezolano, se habla de la “escasa productividad”, “del despilfarro del producto”, “de ineficiencia y la corrupción gerencial y operativa”, “de la fuga de talentos”.
El esfuerzo informativo o de formación en lo que respecta al mundo petrolero venezolano, no puede ser parte de planes esporádicos o sectorizados, incluso no puede depender de “portales web” o “entrevistas circunstanciales a voceros de PDVSA. Una verdadera revolución comunicacional que impida la adecuada intoxicación de la población venezolana, en contra de la industria petrolera venezolana, debe articularse orgánicamente con las instancias responsables de la formación educativa del venezolano (Ministerios de Educación, y Educación Superior), pero también con aquellas responsables de consolidar nuestra identidad como pueblo (Cultura), y la organización popular (Comunas, Mujer, Juventud).
Es un esfuerzo que transversaliza todos los sectores y todas las áreas de conocimiento, y que a nuestro juicio debe ser dirigido por una teoría (perspectiva simbólica de lo que “significa” PDVSA en la vida del venezolano) y por una praxis de acción de defensa integral de los recursos naturales.
No sólo se trata de la esfera de “ganar mentes y corazones” sino de cómo efectivamente los mismos, generan acciones reales de protección (discursiva, organizativa, educativa, incluso militar).
LA FAJA PETROLÍFERA DEL ORINOCO “HUGO CHÁVEZ” Y LA UNIDAD DE INVESTIGACIONES ESTRATÉGICAS.
El investigador Carlos Lazo[lviii] afirma que la Guerra de 4ta Generación es una guerra real, en el sentido más trágico del término, es decir, sus objetivos se encuentran el uso de acciones bélicas de distinto impacto para lograr los fines requeridos. Ya sea a través de acciones terroristas, ataque a la infraestructura crítica de un país, asesinatos masivos o selectivos, la G4G se desarrolla en el enfoque de guerra irregular. Diríamos que ella va dirigida al plano físico de la contienda. Sin embargo, como componente de esta, pero muchas veces con una autonomía propia, se desarrolla el Plan de Guerra Psicológica. Sus objetivos son menos evidentes, sus acciones tácticas más difusas, pero el fin en este caso es la sumisión, la muerte moral del individuo, de la energía vital que le permita hacer frente a las amenazas de aquellos identificados como enemigos.
Tomando en consideración que la industria petrolera es un objetivo de primer orden por parte de los intereses imperiales, el mayor obstáculo a enfrentar vienen a ser los trabajadores petroleros, y (en un caso ideal para Venezuela) toda o la mayoría de la población venezolana. Es por ello que en la Guerra Psicológica el botín lo representa el quiebre de la mente y espíritu de los trabajadores de la industria.
El presidente de PDVSA, Rafael Ramírez Carreño, se preguntaba lo siguiente durante un discurso en el año 2005: “¿cómo es que una empresa nacional es capturada por el interés transnacional y se pone de aliada con éste en contra de su propio país; y se convierte en un instrumento para ejecutar una política en contra de los intereses nacionales? ¿Cómo se logra capturar el corazón de una empresa, de sus hombres y de sus mujeres?”[lix]
Gran parte de la respuesta tiene que ver con las políticas de reclutamiento, selección, incentivos, es decir, políticas de RRHH. No obstante, podríamos establecer una pregunta más amplia “¿cómo es que un país, el corazón de sus hombres y mujeres es capturado por el interés transnacional, y puesto en contra de ellos mismos?”. Hemos dado algunas pistas, sin embargo, el análisis tiene un horizonte que no cesa de expandirse, de complejizarse.
No es sólo el estudio de las causas lo que nos interesa, sino la constitución de un corpus de procedimientos, de políticas, de acciones puntuales que nos permitan hacer frente de manera clara a los retos que se nos avecinan.
El presidente Hugo Chávez, refiriéndose a la Faja Petrolífera del Orinoco, dijo que era esta “el futuro del país”[lx]. Tratándose de la fuente energética más grande del planeta tierra, es natural que sea de esta manera. El desarrollo que se aproxima en los próximos años sobre los 55.314 Km2 que comprende la FPO, implica crear un sistema de defensas que garanticen la suprema defensa y protección de los planes en marcha o futuros. Esta defensa no excluye los planes generales de defensa de la Nación, pero se apoya en conocimiento específico, ajustados a la particular realidad del mundo petrolero.
Es así como proponemos la creación de una Unidad de Investigaciones Estratégicas (UIE) que en el mismo seno de Petróleos de Venezuela, pueda servir como productora de insumos prospectivos en el área social y cultural, para el diseño, ejecución y administración de las políticas de negocios en la FPO. Su función más importante, sería generar análisis de las distintas coyunturas políticas y sociales, con el fin de resolver las conflictividades que puedan existir en cualquier sector de la industria.
En un contexto donde convergen más de 20 países, una perspectiva de inversión que supera los 140 MMMD, miles de trabajadores extranjeros y venezolanos involucrados, planes de constitución de nuevas ciudades, desarrollos agrícolas, cabe esperar que tengan lugar las más variadas situaciones de carácter social y cultural, las cuales en mediano y largo plazo, impactarán sobre el negocio petrolero de manera directa. El signo positivo o negativo de dicho impacto dependerá de las estrategias que desde ahora y en lo sucesivo se pongan en marcha.
En este sentido, dicha Unidad de Investigaciones Estratégicas, debe contemplar estudios y análisis en los siguientes aspectos:
Nueva Epistemología del Conflicto: aunque no es un tema novedoso dentro del estudio de doctrina militar, la guerra psicológica y las operaciones psicológicas asumen transformaciones apoyadas en fenómenos sociales que sí resultan nuevos.
Tal es el caso de las redes sociales digitales y el aumento de la telefonía móvil y sus características: instantaneidad, ubicuidad y masificación en red; las que, junto a las nuevas tácticas de guerra como la privatización de los ejércitos y la promoción de insurgencias artificiales -Siria, Libia, Egipto, Irak, Afganistán-, hacen necesario el abordaje con perspectivas que incluyan teoría del caos, constructivismo radical, neurociencia social.
Contraterrorismo psicológico: en los manuales de inteligencia y contrainteligencia del ejército norteamericano, se le otorga un papel preponderante a las prácticas de desmoralización de los soldados sometidos a situaciones de combate en ambientes hostiles. Haciendo un símil con la dificultad de la labor petrolera “en campo”, cabría esperar especial atención de los planificadores de guerra sucia, sobre esta clase particular de trabajadores. De ahí que la UIE de PDVSA reflexione, analice y evalúe formas, métodos y cursos de acción que detengan y contribuyan a manejo de este tipo de situación.
Migración y estudios de frontera: por la ubicación geográfica, pero también por la propia naturaleza de la actividad económica, cabe la posibilidad que trabajadores de otros países, terminen por establecerse en Venezuela ante las potencialidades que ofrece la FPO. Agregamos además que debido a la misma cercanía con fronteras consideradas “calientes”[lxi] y a zonas definidas como “de interés” por la Secretaría de Defensa de EEUU (fuentes de agua dulce en la Amazonía, tierras raras[lxii] en el estado Bolívar, etc.)[lxiii] es posible que en el corto plazo enfrentemos situaciones de insurgencia, como lo hemos visto en países como Libia o Siria.
En este último punto, cabría prestar atención a un tipo de penetración mucho más subterránea, como la cultural. Tomemos por caso, las poblaciones venezolanas en los márgenes colombianos y hasta brasileros, donde la exposición y aceptación a las programaciones televisivas y radiales extranjeras es total y absolutamente alienante. En el caso del estado petrolero del Zulia, así como en el estado Táchira, se ha intentado atizar una corriente separatista[lxiv], con el fin de utilizar dicha población como “cabeza de playa” para agredir al país. Esto último debe ser abordado a la brevedad y con la mayor de las responsabilidades, tomando en consideración que la doctrina de guerra norteamericana, tiene como núcleo central encontrar y activar este tipo de vulnerabilidades entre las naciones consideradas objetivos militares.
Cultura de la Defensa Patrimonial: la identificación con la industria petrolera, la defensa de sus activos, la vigilancia sobre los proyectos en ejecución, son elementos que deben ser parte de un plan global de formación del trabajador, en el cual la cultura de protección a la industria se entienda como un asunto de acción patriótica, y no como supervisión de un coto cerrado, como lo significó incluso hasta principios del año 2003. La UIE de PDVSA debe incluir en este plan, las importantísimas iniciativas de lucha contra la corrupción, así como el diseño de estrategias que enfrenten el reclutamiento, por parte de empresas petroleras extranjeras, de personal venezolano considerado de alto valor estratégico para PDVSA, esto es, la fuga de talentos.
Políticas de comunicación, información y entretenimiento: la generación de contenidos que permitan sembrar la actividad petrolera al corazón y mente del venezolano, con el fin de promover conocimiento y sentido de pertenencia, tienen que formar parte de las tareas que asuma un grupo multidisciplinario en el área de medios de comunicación de la UIE de PDVSA. La clave en este sentido tiene que apuntar al desmontaje de prejuicios, a la sensibilización, al convencimiento y re-construcción de nuestra identidad.
Planes de organización, movilización y defensa: el plan de insurgencia armada conocido como “La Salida”, que se desplegó en el país desde el 12 de febrero de 2014, dejó varias enseñanzas para la Venezuela que rechaza la violencia y que se encuentra comprometida con su defensa. Una de ellas, quizá la más importante, es que resulta necesario de cara al futuro, un plan de defensa popular que establezca protocolos de resguardo, intercambio de información, medidas de agrupamiento y movilización del pueblo, así como de canales de información. Vale la misma conseja aplicada en sentido estricto a la industria petrolera. La UIE de PDVSA debe diseñar un plan similar para la activación de sus trabajadores en la defensa de la empresa. La importancia de concretar esto se demostró en anteriores eventos de sabotaje a la industria, durante el golpe petrolero y patronal de diciembre de 2002, y más recientemente, durante el acto terrorista cometido contra el Complejo de Refinación Paraguaná en el año 2012.
CONCLUSIÓN
El filósofo Fernando Buen Abad[lxv], expone que los objetivos fundamentales de la violencia psicológica planificada contra nuestros pueblos son: “a) amedrentamiento como religión, b) envilecimiento de la dignidad, c) criminalización de las rebeldías, d) estado de amenaza permanente”, todo ello para lograr la percepción extendida, la internalización y convencimiento que “nada puede mejorar (depresión)” además de provocar la “ignorancia de los vocabularios (que el pueblo se quede sin palabras)”. En resumen, causar bajas sin necesidad de disparar una sola bala, a través de una desmoralización masiva donde el silencio impere, mientras la soberanía nacional es cedida sin mayores resistencias.
Las mejores defensas que tenemos para hacer frente a este plan, vienen precisamente de lo que llamamos el sentido ético de la existencia. Es aquí donde opera lo que Michel Foucault reconocía como las Tecnologías del Yo, es decir, aquellas que “permiten a los individuos efectuar solos o con ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, sus pensamientos, sus conductas, su manera de ser; es decir, transformarse con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, de pureza, de sabiduría, de perfección o de inmortalidad”[lxvi].
Estas tecnologías, actúan “en el individuo desde su interior permitiendo su constitución en sujetos éticos. Ética significa aquí un arte de vivir, una estética de la existencia individual, un esfuerzo por desarrollar las propias potencialidades, una aspiración a construirse a sí mismo como una obra de arte”.[lxvii]
El plan de Guerra Psicológica obtiene su eficacia del adormecimiento de la capacidad del individuo para discernir aspectos claves de la realidad, además de filtrar intereses ajenos, mientras son aceptados como propios. Un espíritu crítico en plena forma, alerta ante los mecanismos bajo los cuales funcionan estas tácticas. Sin embargo, aquello que es más difícil de desmontar y es precisamente donde se ataca con mayor fuerza, tiene que ver con los esquemas de conocimiento bajo los cuales pensamos la realidad y nuestro papel en ella.
Una política de Contraterrorismo Psicológico eficaz, implica en primer lugar, dejar en evidencia que los esquemas perceptivos y valorativos bajo los cuales “leemos” la sociedad y escribimos nuestro papel en ella, forman parte de una cultura muy específica (occidental-neoliberal) que ha influido nuestra sociedad con mucha fuerza por más de cien años.
Hay que cartografiar los mecanismos y núcleos de sentido fundamentales de dicha cultura y cómo son apropiados en la sociedad venezolana, para de esta forma entender hacia que símbolos apunta las acciones de desestabilización psicológica. Las políticas comunicaciones e informativas, que muchas veces intentan enfrentarlas, no pueden ir solas sin una política de formación intensiva que abarque un amplio espectro de la sociedad (educación básica, intermedia, universitaria), pero aún más allá, no habrá una estrategia de defensa completa y efectiva, si a cada acción, económica, política, mediática, no aplicamos la dimensión cultural. Estas acciones que por su naturaleza reconozco, y haciéndome eco de las reflexiones de Luis Britto García[lxviii], como de “Contraofensiva cultural” debe relanzar la lucha que se dio en los primeros años de Revolución, contra el modo de vida-producción-cultura del capitalismo impuesto en Venezuela durante el siglo XX.
Para avanzar en esa dirección, la actitud permanente, cotidiana, de todos los individuos comprometidos con la soberanía y con el país, debe estar mediada por las preguntas de Lander (2000), y que ahora adaptamos a lo que llamamos sentido ético de la existencia: ¿Para qué y para quién vivo cada día? ¿Cuál es el saldo benéfico de las acciones que emprendo al ir a trabajar o estudiar? ¿Qué papel desempeño en la constitución de un país justo y próspero? De la dirección, amplitud y sensibilidad de las respuestas, dependerá no sólo el mantenimiento de la independencia del país, sino nuestra propia esperanza de sobrevivir en un planeta que cada día nos reclama un mayor compromiso hacia la vida.
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[iii] Foucault, M. Microfísica del Poder. Madrid. Las Ediciones de la Piqueta. 1978.
[iv] Quintero, R. Antropología del Petróleo. México D.F. Siglo XXI Editores. 1972.
[v] Coronil, F. El Estado mágico: Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Caracas. Editorial Nueva Sociedad. 2002.
[vi] Coronil, F. El Estado mágico: Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Caracas. Editorial Nueva Sociedad. 2002.
[vii] Britto García, L. El imperio contracultural: Del Rock a la Postmodernidad. Caracas. Editorial Fundarte. 2011
[viii] Quintero, R. Antropología del Petróleo. Pp. 4. México D.F. Siglo XXI Editores. 1972
[ix] Lazo, C. La guerra de cuarta generación (I). Veáse en: http://www.aporrea.org/internacionales/a144912.html
[x] Marines Corps Gazzette. “The Changing Face of War : Into the Fourth Generation", de William S. Lind, COL Keith Nightengale, EE.UU., el capitán John F. Schmitt, COL Joseph W. Sutton, EE.UU., y Teniente Coronel Gary I. Wilson, USMCR ( MCG , Oct89-también publicado en Military Review, y reimpreso en MCG , Nov01). Véase www. https://www.mca-marines.org/
[xi] Meyssan, T. “The plan to destabilize Syria” Ver en: http://www.voltairenet.org/article170470.html
[xii] Bonilla, L. “Guerra de Cuarta Generación y la Sala Social Situacional” Véase en: http://www.armada.mil.ve.
[xiii] Merino, F. La Guerra Psicológica. Buenos Aires. Editorial pleamar. 1982.
[xiv] Lanz Rodríguez, C. Las operaciones psicológicas del grupo Rendon: en Colombia y su proyección para Venezuela. Caracas. Ediciones del MINCI. 2008
[xv] The Tavistock Institute Véase en: http://www.tavinstitute.org/who-we-are/
[xvi] Minnicino, M. “The Tavistock Grin, Low intensity Operations: The Reesian Theory of War” en The Campaigner. Véase en: http://wlym.com/archive/campaigner/7404.pdf
[xvii] Lanz Rodríguez, C. “Dossier sobre operaciones Psicológicas” Véase en: http://www.aporrea.org/medios/a87806.html
[xviii] Ibid.
[xix] Ibid.
[xx] Merino, F. La Guerra Psicológica. Pp 43. Buenos Aires. Editorial pleamar. 1982.
[xxi] Correo del Orinoco. “La Registraduría de Colombia niega que Nicolás Maduro naciera en ese país” en http://www.correodelorinoco.gob.ve/politica/registraduria-colombia-niega-que-maduro-naciera-ese-pais/
[xxii] Manno F, Bednarcick R.“El proyecto Camelot” Véase http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/XQ3XFJXN9KPA2EYBCS8SC2RCBUAFDU.pdf
[xxiii] Wallerstein, I. Abrir las ciencias sociales. México. Siglo XXI Editores. 1996.
[xxiv] Nader, L. “El factor fantasma: el impacto de la guerra fría sobre la antropología” En Huellas Imperiales, La Historia de los Estados Unidos de América 1929-2000. Comp. Por Pablo Pozzi y Fabio Nigra. Buenos Aires. Ediciones Imago Mundi. 2003.
[xxv] Inmanuel Wallerstein explica que las ciencias sociales nacen a mediados del siglo XIX en Europa, principalmente en cinco países: Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos, empujadas por las necesidades de los nacientes estados modernos de poseer “…un conocimiento más exacto sobre el cual basar sus decisiones…”. Por su parte, el nacimiento de la antropología y la sociología se encuentran estrechamente ligado a la expansión neocolonial europea de siglo XIX y su relación con los pueblos no occidentales. Se trataba de sistematizar un conocimiento sobre las dominios coloniales con el fin de favorecer su control y administración (Véase Lander 2000b y Negrón-Valera, 2005).
[xxvi] Resulta importante ver como antropólogos emblemáticos de la historia de la disciplina como Margaret Mead y Ruth Benedict fueron precursoras de este tipo de estudios durante la segunda guerra mundial y la posguerra, con el fin de favorecer los intereses bélicos de EEUU. Véase al respecto el excelente artículo de Gilberto López y Rivas “La Guía Cultural de los Estados Unidos” disponible en: http//www.jornada.unam.mx/2010/09/17/opinion/023a1pol
[xxvii] Últimas Noticias. “Los detalles del Plan Colapso Total denunciado por Maduro” Véase en: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/politica/los-detalles-del-plan-colapso-total-denunciado-por.aspx
[xxviii] Secretaria General del Despacho de Gobierno de Chile. Los Documentos Secretos de la ITT. Santiago de Chile. 1972. Véase también en: http://www.salvador-allende.cl/Golpe/intervenciones/ITTa.pdf
[xxix] Ibíd.
[xxx] Ibíd.
[xxxi] Britto García, L. “Guerra Económica no mata gobierno” Véase en: http://www.aporrea.org/actualidad/a173940.html
[xxxii] Carlos Lazo considera por ejemplo, que el objetivo de la G4G y sus campañas de violencia física o psíquica buscan como un fin último la “destrucción total del Estado”, de la legitimidad institucional del país que es atacado. Ana María Sanjuán (2000) estudia estos efectos de desintegración a raíz de la violencia urbana. Expone que la crisis por la que atraviesa la idea del Estado, tan importante para la manutención no sólo de la ciudadanía sino de la democracia dentro de Latinoamérica, tiene que ver no simplemente con las obvias implicaciones que ha generado las crisis fiscales y las erradas políticas de planificación económicas, sino y por sobre todo, las fallas en controlar la propia violencia. Dichas fallas que son consecuencia de las limitaciones del Estado para “...garantizar el orden y la seguridad pública, así como las condiciones mínimas de subsistencia de vastos sectores de la población, han ampliado peligrosamente las franjas de la exclusión social y política. (...) erosionando aún más su ya precaria legitimidad...” Ana María Sanjuán “La delincuencia juvenil en San Pablo: mitos, imágenes y hechos” en Rotker Susana (Editora). Ciudadanías del Miedo. Caracas. Editorial Nueva Sociedad. 2000.
[xxxiii] Ibíd.
[xxxiv] Lander, E. “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Caracas. Ediciones Faces/UCV. 2000b
[xxxv] Tinker Salas, Miguel. Una herencia que perdura: petróleo, cultura y sociedad en Venezuela. Caracas. Editorial Galac. 2014.
[xxxvi] De la Plaza, S. Historia y retos del petróleo en Venezuela. Caracas. Fondo Editorial Darío Ramírez. 2012.
[xxxvii] Quintero, R. Antropología del Petróleo. Pp 113-114. México. Siglo XXI editores. 1972.
[xxxviii] Yudit Diaz Gazán la describe en los siguientes términos “El terrorismo mediático tiene entre sus antecedentes directos capítulos tan escandalosos como la siniestra Operación Peter Pan, un plan para que las familias enviaran a sus hijos al exterior porque supuestamente el gobierno les quitaría la patria potestad. Entre 1960 y 1962, 14 mil niños cubanos fueron entregados por sus padres a organizaciones “caritativas” creadas al efecto, para ser trasladados a Estados Unidos, donde serían albergados por tiempo indeterminado en hogares de desconocidos y en orfelinatos” Véase en: http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/03/26/operacion-peter-pan-accion-guerra-sicologica-contra-cuba. También se puede consultar el libro de Gómez, Olga. Operación Peter Pan: cerrando el círculo en Cuba. La Habana. Editorial Casa de las Américas. 2014.
[xxxix] Rix, M. Las mentiras contra Hugo Chávez. Madrid. Ediciones Mandala.
[xl] Series Discursos “Los trabajadores petroleros están al servicio del pueblo” Palabras del Ministro de Energía y Petróleo en el programa de inducción a nuevos empleados. Caracas. Ediciones PDVSA. 2005
[xli] Rodríguez Miéres, E. Psicoterrorismo mediático y disociación psicótica. Caracas. Ediciones del MINCI. 2005
[xlii] Caula, S. Una antropología periférica. Aproximación a la antropología en Venezuela desde la geopolítica del conocimiento. Trabajo de Ascenso para optar a la categoría de Profesora Agregada. Escuela de Antropología UCV. Caracas, Venezuela. 2004.
[xliii] Brito Figueroa, F. Historia Económica y Social de Venezuela. Tomo III. 5ta Edición. Ediciones UCV. Caracas, Venezuela. 1996.
[xliv] Tal investigación se denominaba “Estrategias para el Cambio Social”, y se encontraba dirigida por profesores como Max Milikan quien “fue director asistente de la CIA en 1951-1952 y quién desde la segunda guerra mundial actuaba como agente confidencial de los servicios de espionaje norteamericano” (Brito Figueroa, 1996: 895). Para una información más detallada Véase Negrón-Valera, 2005.
[xlv] Rodríguez Miéres, E. Psicoterrorismo mediático y disociación psicótica. Pp 57. Caracas. Ediciones del MINCI. 2005
[xlvi] Hanson, M. (Coord). Testimonios del rescate de PDVSA. Tomo II. Caracas. Fondo de editorial Ipasme. 2013.
[xlvii] Este patrón de poder establecido sobre las diferencias entre los pueblos colonizados y colonizadores, es práctica de lo que Quijano (2000) reconoce como la colonialidad del poder. La Colonialidad del Poder fue el mecanismo necesario para que las relaciones sociales que se impusieron en el proceso de colonización fuesen altamente efectivas y perdurables. El proceso de dominación, al que hacemos referencia, no sólo se ejerce sobre los sujetos, en el sentido en que se los obliga a insertarse a determinada organización y/o división de trabajo, sino que influye en otros órdenes de la vida social como la producción intelectual, por ejemplo. A través de la colonialidad del poder: “(…) los pueblos conquistados y dominados fueron situados en una posición natural de inferioridad y en consecuencia, también sus rasgos fenotípicos, así como sus descubrimientos mentales y culturales” Véase Quijano, A. “Colonialidad del poder. Eurocentrismo y Latinoamérica” en Edgardo Lander (ed) (2000) La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas latinoamericanas. Ediciones Faces/UCV. Unesco. Caracas.
[xlviii] Lander, E. “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Caracas. Ediciones Faces/UCV. 2000b
[xlix] Series Discursos “Los trabajadores petroleros están al servicio del pueblo” Palabras del Ministro de Energía y Petróleo en el programa de inducción a nuevos empleados. Caracas. Ediciones PDVSA. 2005
[l] Hanson, M. (Coord). Testimonios del rescate de PDVSA. Tomo II. Caracas. Fondo de editorial Ipasme. Pp 239. 2013.
[li] Muñoz Aravena, W. “Cuando el mérito acentúa la desigualdad” en Revista Enfoques: Ciencia Política y Administración Pública, ISSN (Versión impresa): 0718-0241. Universidad Central de Chile. Chile
[lii] UNESCO. Informe EPT: Informe de Países. 2000 Disponible en: http://www.unesco.org/education/wef/countryreports/venezuela/rapport_1.html
[liii] Agencia Venezolana de Noticias “Unesco reconoce a Venezuela como el quinto país con mayor matrícula universitaria en el mundo” Disponible en: http://www.avn.info.ve/contenido/unesco-reconoce-venezuela-como-quinto-pa%C3%ADs-mayor-matr%C3%ADcula-universitaria-del-mundo
[liv] Amodio en Negrón Valera, J. Saber y Poder. El proceso de renovación académica en la Universidad Central de Venezuela (1967-1970).Barcelona. Editorial Académica Española. 2012.
[lv] Quijano en Negrón Valera. Ibíd.
[lvi] Quintero, R. La Cultura del Petróleo. Caracas. Ediciones del BCV. 2011
[lvii] “La alienación, decía Mills, es un lamento y una forma que tiene la persona de colapsar en la auto conmiseración, una excusa personal para justificar la ausencia de voluntad política, la complacencia en ser dominado. En el surgimiento de esta actitud, tiene una gran importancia el culto a la individualidad establecido durante la 4ta República, donde el individuo aislado no tenía capacidad para saber lo que verdaderamente estaba ocurriendo en su entorno social “en Sanoja M y Vargas-Arenas I. La Revolución Bolivariana: Historia, Cultura y Socialismo. Caracas. Monte Ávila Editores. 2008.
[lviii] Lazo, C. La guerra de cuarta generación (I). Veáse en: http://www.aporrea.org/internacionales/a144912.html
[lix] Series Discursos “Los trabajadores petroleros están al servicio del pueblo” Palabras del Ministro de Energía y Petróleo en el programa de inducción a nuevos empleados. Caracas. Ediciones PDVSA. 2005
[lx] Noticias Al Dia. “Chávez: Aquí está concentrada la riqueza del futuro de Venezuela”. Véase en: http://noticiaaldia.com/2012/08/chavez-desde-la-faja-petrolifera-del-orinoco-aqui-esta-concentrada-la-riqueza-del-futuro-de-venezuela/
[lxi] Una frontera es considerada “caliente” o “viva” cuando existe un fluido y vigoroso intercambio comercial, cultural y migratorio entre pueblos vecinos. Dicho intercambio puede ser de naturaleza benéfica (comercio de productos, por ejemplo) o negativa (narcotráfico, paramilitarismo, desplazados). En el caso de la frontera entre Venezuela y Colombia, resulta un documento de gran valor el libro publicado por Ariel Fernando Ávila, de la Corporación Nuevo Arcoíris: La frontera caliente entre Colombia y Venezuela. Bogotá. Editorial Debate. 2012
[lxii] Estados Unidos considera del alto valor estratégico, el control sobre los depósitos de Tierras Raras en el mundo. Una de sus mayores preocupaciones es que precisamente China ha desarrollado un plan de acumulación y protección de dichos minerales, lo cual hace a Venezuela mucho más apetecible a los intereses norteamericanos ahora no solo por el petróleo, sino por el resto de recursos. Para un análisis más detallado sobre la relación entre China-EEUU y las tierras raras véase el artículo del Wall Street Journal “En China, las 'tierras raras' son asunto estratégico” disponible en http://online.wsj.com/news/articles/SB129746453389386021?tesla=y&tesla=y
[lxiii] En entrevista concedida al correo del Orinoco, la intelectual brasileña, Mónica Bruckman, considera indispensable que se avance con urgencia en la “constitución de un pensamiento estratégico conjunto” para la defensa de los recursos naturales del continente. Una exposición más detallada de este tema puede encontrarse en Mónica Bruckmann. Recursos naturales y la geopolítica de integración suramericana. Disponible en internet en: http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/Libro-Bruckmann.pdf
[lxiv] Existe un interesante artículo escrito por la Dra. Arlene Urdaneta Quintero que vale la pena consultar a fin de contar con una visión histórica del problema. Véase “Separatismo y Anexionismo en el Zulia Siglo XIX” en http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/23232/2/articulo3.pdf
[lxv] Buen Abad, F. La Guerra Simbólica. Ediciones Bellaterra. 2012
[lxvi] Martínez, F. “Tecnologías del Yo” en Román Reyes (Dir). Diccionario Crítico de las Ciencias Sociales. Editorial Plaza y Valdés. 2012
[lxvii] Ibíd.
[lxviii] Aporrea.Org. “Britto García propone ofensiva cultural para debilitar hegemonía mediática” en http://www.aporrea.org/actualidad/n252243.html
Escrito por:
José Negrón Valera
Antropólogo y Escritor.
@josenegronv
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