"Mi primera reacción fue no aceptar. ¿Presentar un libro de Walter Martínez? y ¿al lado de Alí Rodríguez Araque? ¿Qué cosa relevante podría decir?
Después de mucho pensarlo, me dije ´Debo ir en nombre de los miles de venezolanos y venezolanas, que crecieron viendo ese interesante programa´. Uno que nos hacía entender que este mundo no es, como dice el escritor, tan ´ancho y ajeno´. Tomé una decisión. No teorizar, hablaría breve y desde la anécdota. ´Será lo mejor´, concluí.
En la UCV, por allá en el 2001, en la escuela de Antropología había una especie de ritual diario para muchos estudiantes. Comenzaba con una frase: ¿Viste Dossier, anoche? Era un sacrilegio hablar sobre el acontecer geopolítico, sin contar con los insumos mostrados por el profe Walter. Hay que recordar que el uso expansivo de internet vendría después, así que para casi todos, Dossier era la mejor ventana a los acontecimientos fuera de nuestras fronteras.
Cierto día, se nos ocurre lanzarnos para el Centro de Estudiantes y, bueno, comenzamos a meditar en qué acción de alto impacto podría inclinar la balanza a nuestro favor.
Entenderán que por asuntos de principios y coherencia revolucionaria nos negábamos a hacer cervezadas y poner pachangas para ganar adeptos. Así que luego de unos cuantos debates, dimos con la idea de llevar al Profe Walter a una conferencia.
Soy de Trujillo y tenía poco tiempo viviendo en Caracas. Así que el viaje hacía el canal CMT en Boleíta Norte, me pareció poco más que inhóspito.
Se podrán imaginar que seis muchachos a bordo de un pequeño festiva de color verde, y con una conciencia territorial que iba de Ciudad Universitaria a Chacaíto, tendría que dar como resultado el que creyese por momentos que no llegábamos a una canal de televisión sino a un puesto fronterizo.
Nos apostamos desde las cuatro de la tarde, en un recodo del canal. Un vigilante nos reveló que era el mejor lugar para ver llegar al Profe Walter. “Aparecerá por allí a eso de las 6:30” nos confió.
Y efectivamente, sin faltar, como Inmanuel Kant a su cita con el reloj y la rutina, Walter Martínez descendía de un automóvil, también verde, justo a las 6:30.
Unos a otros nos dimos valor y caminamos como quien se acerca a la pantalla de un televisor esperando traspasarla. Nos pusimos al frente y le dijimos, ¡Imagínense esto! ´Profesor Martínez, la UCV lo necesita´. Él se quedó frío ante la proposición y nosotros con una ráfaga de deseos, empezamos a hablarle de nuestro plan electoral, de la urgencia de romper con las innobles formas con que se ganaba el voto de los estudiantes nuevos, de hacer las cosas de manera diferente.
El profe Martínez nos vió con esa paciencia, y diría yo con esa ternura del sensei que mira a sus nóveles saltamontes, y contesta ´Muchachos, me honran, pero debo declinar el ofrecimiento. Hoy Estados Unidos invadirá Afganistan y será una semana muy ocupada´.
Luego, nos da apretones de mano y palmadas en los hombros. Se disculpa porque debe dar los últimos toques a su programa y nos deja allí en medio de la acera.
Nosotros lo vemos despedirse cómo si fuésemos parte de su propio set de televisión, cómo si acabáramos de ser testigos de una información sólo reservada para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Cuando salimos del marasmo, todos tenían su propia versión del encuentro. Algunos decían que había aceptado, otros juraban que nos había reclutado en alguna misión de reconocimiento de la armada venezolana, otros más osados o consternados, creían que ese no podía ser Walter Martínez, pues no podían pensarlo sin un mapamundi a sus espaldas.
Catorce años después de ese momento, estoy aquí, sentado desde un conocimiento más profundo del Profe Walter, y como parte de su familia les digo que haría falta una empresa similar a la hecha por Ramonet en las 100 horas con Fidel, para atrapar la esencia vital de todo lo que ha visto y presenciado este ser humano.
Soy un privilegiado por poder estar en una cena familiar y preguntarle ´Walter, cuéntame cómo fue que te enteraste en 1991 de que Estados Unidos atacaría Irak´ o dime ´¿Cómo te sentiste al entrevistar a Fidel a Gadaffi o Gorbachov´ o ´¿En dónde fue que conociste a la Boston Pops y a John Williams?´ o ´¿Podrías decirme como Uruguay salvó la producción de vinos y champaña de Francia?´ y así por el estilo, a través de cientos de historias y memorias.
Ahora somos todos y todas privilegiados, por contar con este libro que abre aún más la oportunidad de conocer al Profe. Walter Martínez. Y en esto hay que agradecer no sólo a Walter, sino a Alida Sanoja Maneiro, por sistematizar la documentación, conservar los manuscritos y dar el empujón siempre necesario para que este tipo de obras vean la luz. También quiero agradecer como lector, al ministro Iturriza y a Giordana García, por esa visión y buen tino de regalarnos la edición de este texto. Y también al Comandante Chávez, sin el cual ninguno de nosotros estaría hoy aquí.
Diría para finalizar y usando los códigos que todos conocemos que si usted, Profe Walter, me pregunta cómo quedo este libro, yo diría ´Bien…Muy Bien´.
Muchas gracias".
Palabras en el bautizo del Libro “76 domingos en nuestra querida, contaminada y única nave espacial". Sala José Félix Ribas, Teatro Teresa Carreño. Feria Internacional del Libro, 21 de marzo de 2015”.
Nota: Para el momento de su bautizo, ya el libro se había agotado en la Feria Internacional de Libro. Además, fue el libro más vendido durante el desarrollo de dicha FILVEN.
José Negrón Valera
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