Vuelven a reactivarse las insinuaciones sobre una posible intervención militar contra Venezuela, apalancadas en la argumentación de una supuesta “ayuda humanitaria” con la cual se solventaría la crisis que actualmente vive la nación suramericana.
La gira por Latinoamérica, del hoy secretario de estado de EEUU y hasta hace poco alto ejecutivo de la Exxon Mobil, Rex Tillerson, ha agudizado las presiones contra el gobierno que dirige Nicolás Maduro.
Tillerson llega en un ambiente enrarecido por las acciones emprendidas contra los líderes de izquierda que hasta hace poco gobernaban en la región.
En Brasil, un tribunal ha decidido ratificar la condena a Lula Da Silva por corrupción. En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner denuncia su persecución judicial. Y en Ecuador, Rafael Correa, quedó imposibilitado para intentar retomar la primera magistratura del país, debido a los resultados de una consulta pública, promovida por su sucesor Lenín Moreno.
Además de la dimensión política, a la gira d Tillerson se le suman circunstancias que saltan desde la esfera económica. La caída estrepitosa del índice Dow Jones en más de 1500 puntos y la inminente puesta en marcha por parte del gobierno venezolano de una criptomoneda que podría servir para superar el bloqueo financiero impuesto por Estados Unidos.
Sin embargo, Tillerson ha tenido bien claro que por encima de cualquier coyuntura, su objetivo es propiciar la sustitución del actual gobierno de Nicolás Maduro. Ya lo perfilaba, incluso antes de comenzar su periplo, al declarar en la Universidad de Austin, Texas, que los militares venezolanos debían aprender de la historia y asumirse como “agentes de cambio”.
Dichas declaraciones fueron consideradas por altos funcionarios venezolanos como una franca provocación y daban cuenta del tono con el secretario de Estado llegaría a la región.
Tillerson no se conformó con crear tensiones innecesarias al diálogo que iba a ocurrirse en República Dominicana, entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, con el fin de firmar un acuerdo de convivencia democrática, sino que además llevó la retórica anti venezolana a cada país de su gira.
En México habló de buscar una “transición pacífica”, mientras en Argentina abogó por estudiar posibles sanciones petroleras. En Perú, agradeció los esfuerzos del llamado “Grupo de Lima” y los países que lo integran para tratar la situación venezolana. Pero sería en Colombia donde encontró el mayor de sus interlocutores.
El presidente neogranadino, Juan Manuel Santos, urgió al secretario de estado norteamericano a “restaurar el cauce democrático” en el país vecino. Tillerson consideró que Colombia era un “jugador clave” en las acciones que se tomarían contra Venezuela, y ratificó la idea expresada hace casi un año por el Jefe del Comando Sur estadounidense, Kurt W. Tidd, en la cual afirmaba que "La creciente crisis humanitaria en Venezuela podría obligar a una respuesta regional”.
No resulta casual que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, haya acusado recientemente a Juan Manuel Santos de ser el responsable del “ataque contra la economía venezolana”. Además de señalar su falta de voluntad para detener el contrabando de combustible en los más de dos mil kilómetros de frontera común, y de mantener instrumentos jurídicos como la Resolución N° 8 que generan una disparidad cambiaria que favorece a las mafias que extraen de Venezuela los billetes del nuevo cono monetario.
Debido a estos poderosos esfuerzos de lobby, resulta comprensible que la gira de Tillerson cumpliera su efecto. La oposición venezolana se negó a firmar el acuerdo de convivencia democrática por Venezuela, y de esta manera el diálogo que estaba presto a dar frutos, entró en un “receso indefinido”, según informó el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina, este miércoles 8 de febrero.
Ya el representante del gobierno venezolano en el diálogo, Jorge Rodríguez, había advertido la noche del día martes, que la oposición estaba siendo “fuertemente presionada” desde Bogotá, en donde se encontraba Tillerson, para no firmar el acuerdo.
Puede que uno de los puntos del documento que no gustó mucho al secretario de estado, fuese precisamente el que se refería a ratificar el legítimo derecho de Venezuela sobre la Guayana Esequiba y el apego al acuerdo de Ginebra para la disputa fronteriza. La razón es simple, Tillerson fue Director Ejecutivo de la Exxon Mobil de 2006 hasta 2016, año en que ingresó al gobierno de Trump. Sin embargo, es posible que aun mantenga un enorme interés por el “significativo” yacimiento de petróleo que la petrolera encontró en Guyana en el 2016 y cuya explotación prevén realizar en conjunto con el gobierno de ese país.
Pero la obsesión de Tillerson con Venezuela no se queda allí y sigue teniendo en el petróleo su principal motivación. Tal como lo recuerda Érika Ortega Sanoja, periodista venezolana y corresponsal de Russia Today, el funcionario estadounidense, perdió una cuantiosa demanda contra Venezuela cuando este país decidió nacionalizar en el año 2007 su industria petrolera.
Sea por cualquiera de las razones esbozadas, el trabajo de Tillerson cumplió parte de su objetivo que era detener cualquier resolución pacífica a la crisis política en Venezuela.
El ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien se ha desempeñado por más de dos años como mediador en el diálogo, rompió su acostumbrado hermetismo y expresó su preocupación porque no se hubiese alcanzado una salida negociada.
Recordó ante los medios de comunicación las graves circunstancias de violencia callejera que se vivieron en el país suramericano durante el año 2017:
“Recuerdo el mes de julio, con muertos en las calles de Venezuela. Yo estaba allí y sentía el horror, el dolor, el vértigo de la tragedia”.
Con el rechazo de la oposición a firmar el acuerdo para la convivencia pacífica, la paz en Venezuela pende de un hilo. Bastaría con saber si la oposición venezolana aceptará ir a las elecciones presidenciales convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente y cuya fecha fue anunciada por el Consejo Nacional Electoral para el 22 de abril, o por el contrario se embarcará en un nuevo ciclo de violencia que brinde el soporte material para concretar la tan ansiada opción militar de Donald Trump en Venezuela.
José Negrón Valera
Escritor y antropólogo venezolano.
@josenegronv
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